Consejo para establecer metas Nº1:
La repetición es una forma efectiva de plantar la semilla de un objetivo en nuestro subconsciente. ¿Por qué la mayoría de las metas y propósitos no permanecen? La psicología y la neurociencia hoy día nos está dando las respuestas. Gracias a las nuevas tecnologías para extraer «fotografías del cerebro» tales como los escaners PET o SPECT o MRI´s funcionales, podemos ver actualmente los pensamientos representados como impulsos electroquímicos y ver la formación de nuevas conexiones neurales en tiempo real.
También podemos ver donde, en que zona del cerebro, está produciéndose un pensamiento particular. Más importante aún, podemos ver cuanto tardan en formarse los patrones neurales fuertes y que tipos de estímulo provocan que esos patrones se construyan de manera más rápida.
Y esto es lo que se ha descubierto: Cuando nos proponemos una meta por primera vez (voy a entrenar más duro!!, voy a seguir esta dieta a rajatabla!! etc.), estamos realizando una actividad consciente. La fuerza de voluntad también es una actividad consciente. Pero la investigación nos muestra que al menos 5/6 del poder de nuestro cerebro se encuentra en la mente inconsciente y que la información e instrucciones que alcanzan la mente inconsciente son las responsables de nuestro comportamiento automático.
Algunos psicólogos creen que el 95% de nuestros comportamientos son inconscientes y automáticos…conocidos habitualmente como hábitos. El cambio de nuestro comportamiento a largo plazo no se lleva a cambio cuando nos proponemos metas una sola vez como se hace con los propositos para el año nuevo. Hay un viejo dicho en el mundo de la autoayuda que dice que lleva al menos unos 21 días el crear un nuevo hábito. Se ha comprobado en base neurológica que este dicho es bastante acertado.
Los nuevos patrones neurales comienzan a tomar forma solamente después de haberse repetido un número suficiente de veces, y siguen fortaleciéndose con repeticiones posteriores. Si nos hacemos un proposito el 1 de Enero y no continuamos repitiendo y reforzando el deseo por esa meta propuesta, no se formará ninguna conexión neurológica nueva, no se formará ningún hábito y no se formará ningún comportamiento nuevo. Nuestras resoluciones se marchitan y mueren y cualquier resultado que hayamos obtenido a través de la fuerza de voluntad (es decir tratando de forzar el nuevo comportamiento mediante un esfuerzo consciente) se pierden rápidamente al volver a nuestros antiguos hábitos.
Sin embargo lo que se repite una y otra vez se «programa» en el subconsciente y comienza a echar raices. A nivel práctico, esto significa reescribir nuestras metas cada día y pensar en ellas de forma positiva y con imágenes mentales, cada día, repetidamente hasta que consigamos crear el hábito y todo vaya con «piloto automático».
En 1956, cuando Earl Nightingale escribió: «El más extraño secreo es que nos convertimos en lo que pensamos la mayoría del tiempo», aun no sabíamos lo que sabemos hoy acerca de nuestro cerebro. Y a pesar de todo, Earl estaba en lo cierto. No conseguimos cambiar nuestro cuerpo a base de intentar cambiar nuestro cuerpo. Cambiamos nuestro cuerpo creando nuevos patrones habituales de pensamiento y visualizando. Intentar forzar nuevos comportamientos mediante la fuerza de voluntad mientras continuamos con nuestra forma de pensar antigua siempre fallará porque el comportamiento automático está sobre todo bajo un control inconsciente.
No son las resoluciones que nos proponemos una vez, sino las metas (mediante pensamientos e imagenes mentales) en las que nos enfocamos todo el día las que crean el cambio de comportamiento a largo plazo y automático. Cuando cambiamos nuestro comportamiento, cambiamos nuestro cuerpo y nuestra vida.
Consejo para establecer metas Nº2:
Las emocionas son un gran impulso para nuestras metas. ¿Hay alguna forma de conseguir el mismo resultado de «programación mental» sin la repetición constante? la verdad es que no. Algunos campos como el hipnotismo nos han proporcionado las herramientas para crear cambios un poco más rápido, pero al final tendremos que empezar a trabajar con nuestro cerebro y cambiar nuestra forma habitual de pensar. Nadie más podrá hacerlo por nosotros y no hay un camino corto para hacerlo.
Sin embargo si hay una manera científicamente probada de acelerar un poco este proceso, y es mediante el uso de fuertes emociones. Desde que la tecnología moderna nos permite ver la actividad del cerebro y los científicos han localizado donde se guardan las emociones, sabemos que la fuerza y número de las conexiones neurológicas asociadas con un pensamiento o comportamiento se ve incrementado cuando estamos bajo un intenso estado emocional. Las conexiones de las neuronas son también más fuertes y duran más tiempo cuando se han formado a través de una gran emoción.
Sabiendo esto, podemos ver otra de las razones por las cuales los propósitos de año nuevo fallan: se hacen a la ligera, sin emoción y sin una razón emocional fuerte que les de la fuerza necesaria para que el cambio sea permanente. Esto explica porque estas resoluciones casi nunca funcionan, y porqué tan poca gente se mantiene en un buen peso después de haber conseguido perder algunos kilos.
El establecimiento de las metas no debe ser casual ni tomado a la ligera, es algo importante y serio. Esto no es un juego, se trata de nuestra vida. El establecer una meta es un proceso que no es de un solo día sino un proceso continuo de re-cablear nuestro cerebro literalmente, y esto es un hecho científico y no ficción de autoayuda. Aparta tiempo para establecer metas REALES hoy. Hazlo seriamente, hazlo cientificamente, reescribelas cada día, piensa en ellas constantemente, y después entra en acción a saco ¡y este será tu mejor año!
Tomado del artículo «Brain Science and New Year Resolutions» publicado en www.ironmagazine.com por Tom Venuto
Fuente: Mas fuerte que el Hierro