El verano y las vacaciones son meses en los que nuestra actividad física se reduce, pues en la mayoría de los casos dejamos de asistir a nuestro centro deportivo y es una época en la que llevamos a cabo un paréntesis en nuestro entrenamiento.
Septiembre es sinónimo de vuelta a la rutina. Regresamos al trabajo y también volvemos a retomar nuestro entrenamiento después de un tiempo sin llevarlo a cabo. Es por esto que tenemos que tener en cuenta algunos puntos principales para evitar lesiones.
Antes de nada es importante que tengamos en cuenta que nuestros músculos no se encuentran en la misma forma física que tenían antes de irnos de vacaciones. No debemos retomar el ejercicio donde lo dejamos, sino que es importante aclimatar al músculo de nuevo a la rutina de entrenamiento. Es por esto que tenemos que empezar a entrenar suavemente.
Cuando asistamos de nuevo al gimnasio es importante realizar un buen calentamiento previo al ejercicio en el que tenemos que poner a punto los grupos musculares que vamos a trabajar. El calentamiento se debe realizar con suavidad y tiene que ser más largo de lo normal, pues no debemos olvidar que nuestros músculos deben acoplarse de nuevo al ejercicio.
La rutina de entrenamiento debe ser suave. Los ejercicios deben ejecutarse de forma lenta y con un peso moderado. Nunca debemos retomar nuestro entrenamiento con el mismo peso con el que lo dejamos, pues podemos provocar una rotura de fibras o una lesión. Lo aconsejable es adaptar a nuestro organismo al entrenamiento mediante una rutina preparatoria en la que cada día a lo largo de la primera semana, ejercitemos todos los grupos musculares con un ejercicio para cada uno de ellos.
Al terminar la rutina es primordial llevar a cabo estiramientos a lo largo de 15 minutos para que los músculos se recuperen del esfuerzo. Éstos deben ser también lentos y suaves. En ningún caso es aconsejable forzar a nuestros músculos.
Si además retomamos una rutina de ejercicios aeróbicos, es importante comenzar lento y progresivamente aumentar la intensidad a medida que vayamos acoplándonos al esfuerzo. En ningún caso hay que retomar la actividad donde la dejamos, pues podemos fatigarnos con facilidad.
A lo largo de todo el tiempo que dure la rutina de entrenamiento es importante hidratar perfectamente nuestro organismo con líquidos que repongan las sales minerales que perdemos. No debemos olvidar que una buena hidratación propicia unos músculos, articulaciones y tendones más hidratados y preparados para el ejercicio, minimizando el riesgo de lesión.
Fuente: Ingesport Noticias