«En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Mateo» .18,3
Ayer tuvimos una meditación muy movilizadora. Movimiento sin acción y sin esfuerzo, como diría Krishnamurti. Porque meditar es una manera de abrirnos al no espacio atemporal del ahora, dejando a un lado las máscaras , los roles, las preocupaciones ,que mantuvimos a lo largo del día.
En ese transitar interior, contemplamos atentamente como las diversas capas de nuestro yo, se disuelven y transforman en tanto posamos, nuestra vigilancia suave, ante todo ese flujo vital, al que nos vemos arrastrados a lo largo del día.
Todas las tradiciones contemplativas nos hablan de volvernos pequeños, humildes, para vaciarnos y nacer a esa espontánea existencia sin condicionamientos.
Y al morar en la conciencia sin nombre, ni forma, comenzará a operar en nosotros, la liberación, del dolor del pasado y la ansiedad temerosa por el porvenir. Todo se disolverá en un instante eterno, lleno de frescura y podremos ver nuestro rostro original.
Adriana Paoletta
Realmente es muy bello tener a mi lado, seres tan disciplinados, amorosos y sencillos de corazón. Gracias por esta amistad espiritual ,que renace en cada encuentro de meditación.
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