La especialista francesa Micheline Flack, pionera del uso del yoga en escolares, estuvo de visita en Uruguay y recomendó algunos ejercicios básicos para usar con los niños tanto en clase como en la casa
En la década de 1970, Flak empezó instintivamente a usar técnicas de relajación en sus clases –es graduada en Letras Americanas por la universidad de Sorbonne– y observó que sus alumnos aprendían mejor. A partir de ese momento, dedicó gran parte de su vida a investigar este campo y a tratar de propagar por el mundo el uso del yoga en la educación.
Hoy en Francia hay más de 350 colegios que se sirven de estas técnicas. En Italia es parte de la enseñanza oficial y es una materia (creada por ella) en el Programa de Formación Docente de La Sorbonne en Francia. La organización RYE (Récherche sur le Yoga dans l’Éducation) existe ya en varios países del mundo, incluido Uruguay. La semana pasada, Flak visitó Montevideo por sexta vez para dar charlas y talleres.
La tensión es la enemiga de la atención: esta es la premisa del método. Esto no vale solo para los escolares, sino para cualquier persona, de cualquier edad. Algunos ejercicios muy simples pueden contribuir a una buena relajación, que luego permita concentrarse.
“Los niños ven adultos que hacen relajación en los cursos de teatro, en las escuelas de cine, en las películas; entonces enseguida dicen ‘sí, yo quiero”, asegura Flak, quien piensa que es más difícil convencer a los adultos. “Con los adultos se necesita la opinión de hombres de ciencia, médicos, investigadores que cuando dicen ‘el yoga es bueno para la salud’, los escuchamos, porque la ciencia es la religión de nuestra época, los laboratorios son nuestras iglesias”.
Cuando un docente introduce el yoga en clase, les pide a los niños que pongan sus manos sobre los ojos sin hacer nada. “Si es la primera vez, se empiezan a reír, se preguntan cuál será el capricho de este profesor”, dice Flak. “Pero después de que se familiarizan con las técnicas, ellos son los embajadores; en sus casas les dicen a sus padres ‘te voy a enseñar un ejercicio que aprendí en clase porque estás nervioso’”. Según la educadora, generalmente las madres quieren probar, pero los padres no tanto.
¿Por qué algo tan simple como la respiración, que se hace inconscientemente, es tan importante para estas personas? Porque respirar es el primer paso para tomar conciencia de lo que está haciendo el cuerpo y para fijarse si se lo está haciendo correctamente, o no. “Eso solo ya ayuda a calmarnos”, explica Flak.
“Muchas personas son conscientes de su respiración solamente cuando están enfermos y tienen la nariz tapada. Podrías decir que es muy fácil, que todo el mundo respira. Pero la respiración es vida, es un acto extraordinario de vuelta hacia el interior”.
“Les decimos a los niños que se queden tranquilos, que no se muevan, que sean buenos, que escuchen, y los niños lo hacen o porque nos tienen miedo, o porque quieren conformarnos. Pero como están tensionados, no escuchan bien. Antes de la concentración, es necesaria la relajación”, comenta.
El yoga pone en valor la relación entre lo físico, lo mental y lo emocional. Según esta corriente, es hora de darle un poco más de importancia a los efectos que tienen las emociones en el intelecto. “La tensión emocional hace que las ideas sean confusas. ¿Cómo podemos calmar las tensiones emocionales? Es muy simple: hay que ajustar el movimiento, la respiración y la conciencia”asegura.
Flak no está de acuerdo con echarle la culpa a la tecnología por los problemas que pueden tener los niños. “Cuando tengo problemas tecnológicos, no le pido a los adultos que me vengan a ayudar, sino a los niños. Hay que dejar que ellos se ocupen de la tecnología, pero hay que enseñarles a usar otras tecnologías para compensar. El yoga es el remedio para esto”.
En la conferencia, una de las participantes preguntó qué se debe hacer cuando se trabaja con niños que ofrecen una gran resistencia a conectarse con ellos mismos, por estar en situaciones conflictivas y tener mucho dolor emocional. Flak recomienda los ejercicios de visualización, que centran la atención en el cuerpo y no en los recuerdos o las vivencias. La conciencia sobre las partes del cuerpo es la clave.