Cuando escuché esta composición musical por vez primera, me recordó un poco a esos mantras de Be Pryce-Huelin que no se sabe muy bien lo que dicen pero que, en gran parte gracias a su estupenda voz y al sentimiento que les pone, y vencido el inicial miedo al ridículo, uno acaba siguiendo y hasta «dejándose llevar». (Otra cosa es vencer la pereza de llegar hasta la Yoga Sala con este calor, jaja, que Be debe de estar pensando: «Sí, sí, pero tú vienes bien poquito…»)
La composición fue realizada a partir de 77 nombres para «Dios» en otras tantas lenguas o dialectos, que se publicaron en un reportaje de la revista LIFE en 1990. Más tarde se hizo algo así como un puzzle con todos ellos y se compuso la canción. Gilberto Gil y Marisa Monte pusieron sus voces.
Al final del vídeo se puede leer una alusión a un relato de Isaac Asimov (que, si no me equivoco, es «Los propios dioses») en el cual, desafiando una antigua profecía sufí, se construye una especie de gran computadora en lo alto de las montañas del Tibet que emite todos los nombres que existen para «dios»en el planeta, y al final éstos van bajando y acaban con todas las estrellas del Universo. Las imágenes del video-clip generadas por ordenador, sobre todo las últimas, seguramente tienen algo que ver con esta historia.
Fuente: Yoga Sala Málaga