Debido a la ignorancia el individuo no conoce su auténtica naturaleza, no posee el conocimiento de la diferencia/unidad entre el si mismo fundamental y todo lo demás; en consecuencia, se siente aparte, separado de todo, identificándose erróneamente con una porción de materia que, en la mayoría de los casos, se limita al cuerpo físico y al complejo mental. Es decir, ciegamente se identifica al observador interno con el instrumento de observación (II.6).
Debido a esta separación artificial entre «yo» y «lo otro», surge la experiencia, es decir el conocimiento de «lo otro», lo cual provoca sentimientos de placer y de dolor. En el primer caso, el placer experimentado hace surgir el deseo por aquello que lo produce (II.7), y en el segundo, el dolor ocasiona el rechazo ante aquello que lo provoca (II.8).
El individuo dirige sus acciones a fin de evitar el dolor y lograr el placer; esto trae como consecuencia la incertidumbre de no alcanzar lo deseado, de no lograr el objetivo, o sea, el miedo ante lo desconocido o ante lo inevitable, cuya máxima expresión es el temor ante el hecho irremediable de la muerte y, como consecuencia, el apego a la vida o instinto de autopreservación (II.9).
Este es el instinto mas poderoso del ser humano y se halla presente en todo ser vivo, de forma inconsciente.
Patanjali. Aforismos. Yoga Sutras.
Diplomatura en Ashtanga Yoga Terapéutico.
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