Historia del culturismo

Podemos definir el término «culturismo» como el entrenamiento programado con resistencias para lograr la hipertrofia muscular, o lo que es lo mismo, la práctica de ejercicio físico con pesos para estimular el crecimiento muscular.

Por distintas causas, el hombre ha rendido culto al cuerpo desde siempre y lleva siglos utilizando técnicas culturistas para desarrollar la fuerza y emplearla después en su vida cotidiana. A medida que retrocedemos por el camino de la historia, el hombre ha necesitado más de sus habilidades físicas para sobrevivir. Dentro de éstas habilidades, la fuerza ha sido la más estimada y necesaria. En la prehistoria, el hombre precisaba de ella para alimentarse o defender su territorio, así mismo, su resistencia física condicionaba su supervivencia en un hábitat hostil a los fuertes y fatal para los débiles.

La utilización de pesos y halteras, como método físico para desarrollar la fuerza muscular tiene un origen remoto y documentado en numerosas civilizaciones antiguas. El levantamiento de peso, entendiéndolo como demostración de fuerza, fue conocido en la vieja China, en el imperio Asirio-Bavilonio, en el antiguo Egipto, en la cultura maya y entre las tribus barbaras de Germania y Britania. Aunque sin duda, el primer antecedente del ideal fisicoculturista, el entrenamiento del cuerpo humano se encuentra en la Grecia clásica, como lo atestiguan el magnifico arte helénico y los restos arqueológicos de aquel periodo que prueban el uso de pesas y halteras para ejercitarse y desarrollar la fuerza por parte de los atletas griegos. Un testimonio de ello es que alrededor del 558 a.C. nace el famoso luchador Milo de Crotona (Italia) ganador de 6 JJOO, al que se atribuye el invento de la resistencia progresiva. Milo se hizo popular por transportar cada día un ternero en sus hombros hasta que dicho ternero tuvo 4 años de edad, con lo que su fuerza y tamaño muscular fue aumentando progresivamente.

Roma, continuadora de la cultura helena, aportará el concepto y la práctica del «gimnasium» como centro de esparcimiento y acondicionamiento físico. En tiempos romanos, el músculo era sinónimo de virilidad y poder. Las corazas de los jefes militares presentaban torsos musculados y los rostros de las estatuas eran adornados con equilibrados físicos y en el campo de la arena el más fuerte y musculoso solía ser el vencedor. Posteriormente, tras la caída del imperio Romano y el subsiguiente oscurantismo cultural que se prolongó hasta el Renacimiento, el interés por la condición física decayo, volviendo a resurgir tibiamente en el siglo XVI, cuando algunos tratadistas ingleses y franceses publican trabajos que tratan de la bondad del ejercicio corporal. En el siglo XVIII, el español Francisco de Paula Amoros escribe un Tratado de Cultura Física y Moral en el que preconiza el uso de halteras para mejorar físicamente.

El siglo XIX, con la consolidación de la revolución industrial y la mecanización, impone un nuevo orden social que incrementará definitivamente el interés por la cultura física. En suecia el pedagogo y poeta Per Henrik Ling (1776-1839) publicaba su obra «Fundamentos generales de la gimnasia» (1813) en la que se daba a conocer el famoso método hoy conocido como Gimnasia Sueca. Este divulgado sistema de acondicionamiento físico, que, al no utilizar resistencias, parece no tener relación con el fisicoculturismo, aporta una gran base técnica para la mecánica de los movimientos y el trabajo específico de la zona abdominal. Por los mismos años, en 1811, el prusiano Friedrich Ludwing Jahn (1778-1852) elabora un sistema de entrenamiento que incluía el empleo de pesos ligeros, método que tuvo una excelente acogida y se extendió por toda Alemania. No obstante, se atribuye al francés Hipolito Triat (1813-1881) los primeros estudios encaminados a lograr desarrollo muscular con el empleo de la pesas. Triat no creía conveniente el utilizar grandes resistencias, pero destacó la necesidad de ellas. También advirtió que la Educación Física era una ciencia subjetiva e individual que debía aplicarse según las características físicas y emocionales de cada individuo.Las enseñanzas de Triat fueron recogidas y ampliadas por Louis Boumarcher conocido también como profesor Louis Attila, que sistematiza los diferentes ejercicios entonces conocidos y establece los principios fundamentales del entrenamiento culturista. Posteriormente Boumarcher se traslada a nueva York y abrirá el gimnasio de Broadway y desde el que difundirá sus teorías por toda Norteamérica.

Continuando los estudios preliminares de Triat y Boumarcher, otro francés, Edmund Desbonet expone la teoría de un culturismo atlético e integral, con un entrenamiento que excluya los grandes esfuerzos y sobrecargas. Sistema que construye músculo elástico y resistente, pero de mediano desarrollo por la pronta adaptación del organismo a las resistencias bajas. Un gran discípulo suyo fue Marcel Rouet, que tanto influyó en la primera época del culturismo español con su libro «Salud, Agilidad y Belleza Atlética«. Quien verdaderamente sienta las bases del fisicoculturismo moderno en su concepción teórica y práctica es el prusiano, luego nacionalizado en Gran Bretaña, Frederick Muller (1867-1925) conocido popularmente como Eugene Samdow, atleta de extraordinaria fuerza física y notable desarrollo muscular. Samdow realizó profesionalmente, exhibiciones de fuerza que le dieron gran fama en Europa y América, y abrió un gimnasio en Londres en 1896, llegando a ser profesor de cultura física del rey inglés Jorge V. Al contrario de lo preconizado por la escuela culturista francesa, Samdow era partidario del entrenamiento con pesos elevados, pues entendía que el desarrollo muscular estaba directamente relacionado con la fuerza empleada y mantenía que no podía lograrse un gran volumen muscular sin un esfuerzo proporcional. También se interesó por analizar y sistematizar el número de series y repeticiones a aplicar en cada ejercicio. Todo ello le convierte en innovador y fundador del actual fisicoculturismo. Y ya en el siglo XX, el norteamericano Bob Hoffman daba a conocer su método Cork de entrenamiento con pesas, que conjunta sistemas clásicos de musculación con otros procedentes de la halterofilia. Siguiendo a Eugene Samdow, Hoffman confirma que para aumentar el tamaño muscular deben emplearse pesos progresivamente más elevados, conforme la fuerza del atleta vaya aumentando. Hoffman difundió su método mediante la revista STRENGTH AND HEALTH («Fuerza y Salud»). que comenzó a editar en 1932 en Cork (pensilvania).

Las últimas décadas de la historia fisicoculturista están marcadas por la figura de Joe Weider, editor de numerosas publicaciones y metodos de entrenamiento fisicoculturista que difunden y popularizan los diferentes sistemás y técnicas tanto de entrenamiento como de nutrición utilizados por los fisicoculturistas. Durante los años 80 el entrenamiento de la fuerza con fines no competitivos, de acondicionamiento general y estéticos, adquirió una popularidad de desproporcionadas dimensiones. A este hecho se le unió el auge y la consideración del culturismo como deporte, con lo cual se formó una especie de matrimonio de conveniencia. Un elevado porcentaje de la población buscaba fines muy parecidos a los culturistas (incrementar la masa muscular, reducir la grasa corporal y mejorar la presencia física) y el mundo del culturismo se aprovechó de la situación creando una industria que hoy mueve millones de dolares. Actualmente la situación ha evolucionado de tal manera que aquellos que se lo pueden permitir ya consultan a un entrenador personal, como si se tratase de un médico, para lograr ese ansiado cuerpo perfecto.

Otro aspecto a señalar es que, si bien es cierto que el entrenamiento con pesas fue iniciado como un deporte exclusivamente para hombres, en la década de los 80 la mujer comenzo a competir en competencias separadas. Hay que señalar que en ese entonces las mujeres que practicaban el culturismo tenían cierto rechazo social, debido a preconcepciones culturales sobre la feminidad. Este hecho ha generado que esta modalidad sea renombrada de nuevo por un término donde se da mayor relevancia a las formas femeninas que al tamaño y definición en si. A partir de los noventa el culturismo femenino es conocido competitivamente como fitness, y más recientemente con el nuevo milenio, por Bodyfitness o figuras. Esto es: más cerca de la imagen de feminidad que la sociedad suele entender como aceptable.

Mencionar a quienes contribuyeron a mejorar la calidad de entrenamiento del culturista seria interminable, pero basta saber por ejemplo; Jack LaLanne, vince Gironda, Sergio Oliva, Angelo Siciliano más conocido como «Charles Atlas», Roy «Reg» Park, con sus aportes que aun siguen vigentes y practicados.

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