Quince minutos de ejercicio físico intenso son suficientes para potenciar la memoria motora. Es la principal conclusión de un estudio realizado por la Universidad de Copenhague. Indica, además, que la práctica de actividad deportiva estimula las habilidades de los jóvenes y mejora el rendimiento intelectual.
En este estudio han participado 48 voluntarios sanos de 18 a 35 años a los que se enseñó a hacer un ejercicio de coordinación motora. Los participantes fueron divididos en tres grupos: El primero pedaleó sobre una bicicleta estática durante 15 minutos y con una intensidad máxima, antes de aprender el ejercicio. El segundo realizó en primer lugar el ejercicio y más tarde pedaleó 15 minutos con intensidad máxima. El tercer bloque no pedaleó.
Los tres grupos repitieron el ejercicio de coordinación una hora, un día y una semana después de la sesión de aprendizaje. En el test realizado 60 minutos después, no se registraron diferencias significativas. Pero 24 horas más tarde aparecieron diferencias. Quienes habían hecho actividad física intensa lo hicieron significativamente mejor que aquellos que habían permanecido en reposo. Y una semana después, las diferencias fueron aún más acusadas.
Tras obtener los resultados, el neurocirujano Marc Roig, líder de esta investigación, explicó que “la actividad física intensa ayuda a consolidar mejor lo que se aprende y mejora la memoria a largo plazo. Nosotros solo hemos estudiado los efectos sobre la memoria motora, pero pensamos que probablemente se verá el mismo efecto con otros tipos de memoria y aprendizajes”.
El dato más llamativo del estudio es que los voluntarios que realizaron primero el ejercicio de coordinación y después pedalearon en la bicicleta estática obtuvieron puntuaciones mejores que aquellos que pedalearon primero.
Los investigadores atribuyen este hecho a que la actividad física estimula la secreción de sustancias que favorecen la memoria, como la noradrenalina o la proteína BDNF. Por lo tanto, los voluntarios que primero aprendieron y después pedalearon se beneficiaron de una concentración máxima de estas sustancias en el periodo crucial de consolidación de la memoria. Dado que los niveles de este tipo de sustancias son máximos en la primera hora después de hacer ejercicio y decaen en las horas siguientes, los investigadores piensan que hay un periodo de tiempo relativamente breve para potenciar el aprendizaje con la actividad física.
Los resultados obtenidos sugieren, además, que sesiones breves de actividad física mejorarían las terapias de rehabilitación en pacientes que han sufrido un ictus o un accidente, sobre todo si realizan actividad física poco después de los ejercicios de rehabilitación. Asimismo, indican que la práctica de ejercicio por parte de los jóvenes ayudaría a mejorar la enseñanza de algunas materias y habilidades en escuelas e institutos, así como el rendimiento intelectual.
Estudios realizados anteriormente demostraron que la práctica habitual de actividad física aumenta el volumen de ciertas regiones del hipocampo relacionadas con un aumento de la memoria. Por lo tanto, la actividad física parece tener un efecto a corto plazo sobre esta capacidad a través de la acción directa de sustancias como la noradrenalina y la BDNF. Y una acción más indirecta a largo plazo a través de los cambios anatómicos que favorece en el hipocampo.
Roig advirtió que “es un campo de investigación en el que aún nos queda mucho por aprender. Sabemos que la actividad física es beneficiosa para mantener una buena salud cognitiva, pero tenemos que averiguar cuáles son exactamente los factores clave que hacen que el ejercicio aeróbico mejore la memoria. Nuestro objetivo es poder prescribir, dentro de unos años, un programa de actividad física personalizado que se adapte a las necesidades de cada persona”.
Fuente: Ingesport Noticias