La aplicación de programas en el ámbito laboral contra la inactividad física y los hábitos no saludables es una medida altamente efectiva para mejorar el estado de salud.
Salud desde el trabajo
Aunque los especialistas asumen que los programas de promoción de salud en el lugar de trabajo son beneficiosos, también es verdad que una vez puestos en marcha tienen poca participación, ya sea por ser poco adecuados o por la poca sensibilidad de los trabajadores hacia el factor de riesgo diana. Existen evidencias científicas de que estos programas tienen mayor aceptación cuando se realizan desde el ambiente profesional y dentro del horario laboral que cuando se realizan desde la comunidad.
Los estudios de más envergadura se han realizado en EE.UU. y el norte de Europa, sobre todo los relacionados con factores de riesgo asociados con cáncer y enfermedades cardiovasculares. En un estudio realizado en Cataluña y Baleares con 167 trabajadores de ambos sexos y de distintas clases sociales, del sector hotelero, metalúrgico, sanitario, de la Administración local y una universidad, los resultados señalan que las conductas de riesgo para el cáncer suelen ser frecuentes, al menos entre los trabajadores de la muestra.
Un 79% demostró interés por los programas de promoción de la salud, pero no tanto para participar en ellos. La participación fue mayor entre trabajadores del ayuntamiento y menor entre el ámbito universitario. Dieta y ejercicio físico serían los factores de riesgo más susceptibles a la intervención y mejor aceptados, seguidos de los programas asociados al sobrepeso y al hábito tabáquico.
Enfermedades altamente evitables
Enfermedades crónicas como las relacionadas con el sistema cardiovascular o cerebrovascular y ligadas íntimamente a la vida de los países desarrollados, según un reciente informe de la OMS, ya son la primera causa de mortalidad en el mundo. Además, el progresivo envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, sobre todo en países con ingresos medios y bajos, hará que la mortalidad por enfermedad no contagiosa se incremente de forma representativa. Además, los datos ya apuntan que casi la mitad de las personas de edad avanzada están afectadas como mínimo de dos enfermedades crónicas, lo que no augura un futuro esperanzador.
En el informe se señala el predominio de factores de riesgo como el hábito tabáquico, la obesidad o la elevada ingesta de alcohol pueden ocasionar una morbimortalidad de cifras estremecedoras. En el caso del tabaco, más del 80% de los 8,3 millones de fallecimientos asociados se darán en países en desarrollo. Lo preocupante es que son factores de riesgo modificables. Un ejemplo es la obesidad infantil, en la que las cifras no dejan de crecer, incluso en países con rentas bajas, con el impacto que supone para la salud.
Fuente: Fitness Sergio Llull