Visto desde lo instintivo criar es sencillo, miremos a Green con sus hijos…
Unos días dentro del cesto hasta que son capaces de salir por si solos.
Después salen juntos a contemplar el mundo.
Y cuando los pequeños dan señas de estar preparados – provocándola varias veces con saltos, mordiscos y arañazos…
Finalmente, parece que están listos para explorar el entorno por si mismos… bajo su atenta mirada.
Increíblemente fácil…
¿Por qué las mujeres sentimos tal confusión a la hora de enseñar a los hijos como es mundo y la vida? Es cierto que si, como Green, decidiéramos dedicarnos plenamente a la maternidad sería más sencillo, pero a veces incluso así nos vemos inmersas en la duda y la indecisión. Así que no deben ir por ahí los tiros.
Partimos de la base que si una misma no se siente completamente bien, si siento necesidades en mi que no están cubiertas, si no nos sentimos absolutamente satisfechas ni seguras llevando nuestra propia vida, la reflexión que surge es evidente: “si le enseño lo que yo se, dentro de unos años estará igual que yo, así que debería enseñarle algo distinto… pero que yo aún no he descubierto”.
Llegadas aquí podemos sumirnos en la desesperación y continuar dudando y sin decidir un día tras otro o podemos darnos cuenta de la gran oportunidad: voy a descubrir ahora cómo sentirme satisfecha y llevando las riendas de mi vida para podérselo enseñar. Y eso pasa por empezar a ocuparse de una misma. ¿¿¿¿y el niño???? Yo te diría que el niño estará bien, de hecho mucho mejor, si tu empiezas a resolver tus incertidumbres, tus asuntos pendientes, pero es importante que cada mujer lo compruebe por si misma y de forma que ocuparse de una misma, incluso en plena crianza, sea una decisión tomada desde la más profunda convicción.
Esta decisión nos llevará a examinar nuestras necesidades más profundas y quizás descubramos que además de la maternidad, sigue produciéndonos un enorme placer nuestro desarrollo en lo profesional, o el tiempo dedicado a nuestro crecimiento interno, o el servicio social, o …
Es cierto que sería más sencillo si la única necesidad fuera la de ser madres, – nos sentiríamos colmadas desde el momento de la concepción y sin angustia transitaríamos todo el periodo de crianza. Pero somos seres humanos hermosamente complejos, así que las múltiples necesidades – muchas sin cubrir – nos llevan al estado de confusión y desasosiego que tantas veces nos acompaña. La buena noticia es que el instinto junto con el raciocinio nos da como para descubrir y cubrir todas esas complejas necesidades. Y así llegamos al principio de un camino: se trata primero de honestidad en reconocer nuestras propias y profundas necesidades – sin sucumbir a la presión social que me dicta lo que debería o no necesitar – , para luego trazar una estrategia que nos permita cubrirlas y colmarlas. Cuando, a ratos, lo consigamos, podremos sentir lo fácil que nos resulta criar.
Tere Puig