Desde hace más de 40 años, distintas especialidades médicas y quirúrgicas utilizan la energía con fines diagnósticos y curativos. Los procedimientos que emplean la energía son más precisos y provocan un menor traumatismo en la zona tratada. El uso de la energía permite, por ejemplo, penetrar en un riñón sin necesidad de efectuar ningún corte, y reducir los cálculos renales a fragmentos lo suficientemente pequeños como para que puedan ser expulsados junto con la orina.
En el campo de la cirugía estética se emplean distintos tipos de energía para disolver las acumulaciones de grasa que ocasionan alteraciones estéticas en zonas determinadas del cuerpo. De esa forma, es posible remodelar la silueta y reducir la celulitis.
Las clases de energía más utilizadas son la ultrasónica, la láser y la de radiofrecuencia. Dependiendo del caso se usa una forma u otra o se combinan entre sí. También pueden utilizarse junto con otros procedimientos de disolución de la grasa.
Es factible aplicar energía desde el interior y el exterior del organismo. La energía, además de destruir grasa antiestética, provoca una contracción de la piel (efecto lifting) capaz de atenuar la flaccidez.
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Fuente: Modelar la Silueta