Cinco razones que te animarán a ponerte en forma

Ha llegado el momento de ponerse manos a la obra para ‘despedir’ esos kilos de más que te sobran de cara al verano. Es la hora de dejar atrás la pereza. No hay excusa que valga: te vas a poner en forma y lo vas a hacer siguiendo estos secretos de motivación que dejarán K.O. a la pereza y a las tentaciones.

Traducir los kilos al lenguaje del mundo real. Cada que vez que la báscula te diga que has adelgazado un kilo, ve a la cocina y levanta una bolsa de un kilo de patatas (o de judías, fruta o tomate). Es mucho, ¿verdad? Este sencillo truco te ayudará a dar forma concreta al peso extra que has perdido, y con ello a darte cuenta del alcance de tu logro. Disfruta de la idea de haberte librado de toda esa carga, y la próxima vez que te asalte la tentación, recuerda esas patatas y piensa si realmente quieres volver a cargar con ellas.

El poder de una fotografía. ¿Es verdad que una imagen vale más que mil palabras? A veces, sí. Ten a mano tu foto menos favorecedora, esa en que te ves realmente horrible. Cada vez que te asalte la tentación, échale un vistazo para superar ese mal momento y volver a centrarte en el objetivo final. Ofrecemos un consejo para las más reticentes: nada como las fotos en traje de baño para alejarse del frigorífico.

El éxito se planifica. Es fácil encontrar excusas para huir de lo que resulta incómodo. No hay tiempo para el gimnasio, ni comida en la nevera que evite llamar a una pizza a domicilio. Sin embargo, todo es cuestión de programación. Anota las visitas al gimnasio en tu agenda, y concédeles la misma importancia que a las reuniones de trabajo. Haz la compra con tiempo, y planifica los menús con antelación. Para evitar picoteos innecesarios, ten siempre a mano fruta o verduras fáciles de preparar (las zanahorias peladas son un snack excelente), y procura no tener a mano las comidas de «alto riesgo» que te puedan resultar irresistibles, tales como chocolates, repostería o refrescos azucarados. La prevención puede ser la mejor medicina.

Pensar a largo plazo. La próxima vez que pienses en saltarte la visita al gimnasio, no pienses sólo en las consecuencias obvias de desaprovechar esa hora de ejercicio, sino también en cómo quieres ser, verte y sentirte dentro de unos años. Ya sabes que somos el fruto de lo que sembramos… Cuando se tiene una clara visión a largo plazo, aumenta la capacidad de evaluar una actividad presente y mantenerse firme en nuestros propósitos.

La fuerza del grupo. Dos, mejor que uno. Y si son más, ¡aún mejor! Formar un grupo para realizar cualquier actividad física resulta más gratificante, potencia la motivación y refuerza las habilidades sociales. Programar rutas a pie, contratar un entrenador personal entre varias amigas o quedar en el gimnasio en vez de en una cafetería son formas de animarse unas a otras y mantenerse fieles al programa de ejercicio.

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