Nacho Larriba tenía 16 años cuando empezó a aficionarse a ir al gimnasio. Conocía todos los secretos de esos templos del fitness donde la gente, además de ponerse en forma e intentar perder peso, se mira una a otra disimuladamente para comparar bíceps. “Me di cuenta de que muchas personas no lograban adelgazar. Por un lado, no todo el mundo puede permitirse pagar las mensualidades para
Fuente: Fitness & Business