Pilates: en forma por dentro y por fuera

La Razón
6 Junio 09 – Madrid
A. Jiménez

Pregunta: qué bien te veo, ¿qué es lo que haces? Respuesta: pilates. Es la nueva receta para sentirse bien por fuera, y lo más importante, por dentro. Entre los ingredientes, concentración, control, precisión y respiración.
Más allá de la fiebre que despierta el culto al cuerpo, con esta disciplina se logra flexibilizar y tonificar todos los grupos musculares de forma equilibrada y armónica, siempre desde el eje del abdomen, que es el que genera la energía para el movimiento. Porque una de las claves es, precisamente, fortalecer el centro muscular, ya que así se estabiliza el torso, se corrigen desequilibrios y se protege la columna.

Lo que hace 60 años Joseph Pilates (su creador) denominó «contrology» se ha convertido en un método potente, seguro y efectivo, tanto para entrenamiento como para rehabilitación de multitud de dolencias, desde esguinces, problemas articulares, espondilitis anquilosante, hasta dolencias cardiovasculares, hernias, esclerosis múltiple o hemipejias. Y además, adelgaza. Eso sí, siempre que se realice con un instructor cualificado y bajo supervisión médica. Algo que quedó bien reflejado en las recientes Jornadas Europeas de Pilates Fisioterapéutico celebradas en Sevilla. En este evento se hizo hincapié en la necesidad de promover el equilibrio muscular, una respiración natural y un buen alineamiento.
Según explica Juan Bosco, médico y profesor de la Universidad de Alcalá, y precursor del pilates en España, «es lo que llamamos el yoga occidental. Es una rehabilitación de vanguardia, rápida y potente, lo que se conoce como cinesiterapia».
Uno de los principales beneficios radica en que, como explica Marcos Barrera, director de Kotinos Pilates, «se trabaja la musculatura profunda, lo que favorece la descompresión de las articulaciones y en consecuencia se logra mayor libertad de movimiento y se disminuye la concentración de grasa». Juan Bosco añade que «en una sesión se pierden 250 calorías».
Sin embargo, desde una perspectiva fisiológica, «son un conjunto de ejercicios concéntrico-excéntricos e isométricos estabilizadores» comenta el experto.
Para los más escépticos, aquellos que piensan que sin sudor no se moldea la figura, esta técnica tira por tierra tan obsoleta teoría. Barrera añade que «el pilates clásico es aeróbico. No se dan saltos, pero se coordina el cuerpo. Y sí se suda, porque se trata de controlar el movimiento y la estática al mismo tiempo, y no es nada fácil. Es un trabajo global del organismo. Se realiza una secuencia de ejercicios y no hacen falta demasiadas repeticiones». Lo primero que hay que tener en cuenta, antes de tumbarse en el suelo o ayudarse de las máquinas, es la postura, algo que pocas veces hacemos. Nos sentamos, andamos, e incluso, nos tumbamos mal. Para lograr un equilibrio postural es importante la propiocepción, esto es, conocer nuestro propio cuerpo y el control neuromotor de nuestros movimientos. Hay que encontrar la posición correcta para trabajar los puntos fuertes (trasverso, suelo pélvico, paravertebrales) y no machacar la columna ni las articulaciones. Para ello, es imprescindible la respiración. ¿Y cómo? Utilizando los músculos del tórax y de la espalda para ampliar la caja torácica y lograr que los pulmones se expandan. La razón es que los ejercicios realizados con un buen alineamiento del cuerpo «permiten flexibilizar las estructuras fibrosas profundas, que son las que limitan la movilidad», añade Bosco.
Por eso resulta beneficioso a los pacientes con problemas óseos, ya que previene el desgaste osteoporótico. Loreto Carmona, directora de la Unidad de Investigación de la Fundación Española de Reumatología, explica que «la espalda y los hombros son las zonas en las que más se notan los resultados. Es bueno, porque se refuerza el músculo sin cargarlo y se aprenden posturas para calmar el dolor y facilitar la recuperación de las lumbalgias, entre otras».
-Embarazo. Entre las más asiduas al pilates están las gestantes, aquejadas en muchas ocasiones por molestias de peso, dolor lumbar y de riñones. Para ellas es importante fortalecer los músculos de la espalda, ya que «mejora la capacidad de llevar el peso abdominal durante los últimos meses de gestación», explica Laura Cabral, licenciada Educación Física y Máster Trainer Pilates. Hasta la recta final y después del parto, las madres pueden ejercitar y tonificarse. En este caso, la disciplina se centra en las zonas más afectadas por el embarazo, como el abdomen, el suelo pélvico, los muslos y los glúteos.
-Mayores. Además de desarrollar la fuerza y el equilibrio, los mayores logran mantener activa la memoria, y mejoran la calidad de sueño, por no hablar de la sensación de bienestar y la mejora cardiovascular. Según explica Barrera, «el trabajo en estos pacientes está encaminado a la funcionalidad de su vida diaria, no tanto a la flexibilidad, sino a enseñar a realizar movimientos parecidos a los que hace habitualmente. Se marcan pautas diferentes sin perder los principios del método».
-Digestivo. Dentro de la cotidianeidad, hay trastornos a los que no se presta especial atención, pero que también mejoran con esta disciplina. Es el caso de las digestiones pesadas, las congestiones, la retención de líquidos, etc. Pues bien, si tenemos en cuenta que los músculos abdominales actúan como una «faja» natural, al ejercitarlos se empuja a las vísceras «de forma fisiológica, de tal forma que se actúa sobre ellas como una esponja, comprimiendo el contenido y expandiéndolo. Así se activa la circulación de los fluidos corporales», matiza Bosco. Lo mismo ocurre con los problemas de incontinencia urinaria. Aunque ésta obedece a varios factores, en algunos casos «se trata de una falta de tono de suelo pélvico y de los esfínteres. Algo que se mejora con unas sesiones de pilates», añade Bosco.
-Niños. Los malos hábitos nos persiguen desde niños. Si esta disciplina se hubiera extendido hace más años, tal vez más de uno se habría ahorrado un disgusto. Gracias a la posibilidad de adaptación del pilates, los más pequeños también pueden disfrutar de sus beneficios.

Generalmente acuden con alguna patología, como escoliosis causada por malas posturas o exceso de peso en las mochilas. Barrera puntualiza que «a partir de los nueve o diez años, mediante diversos juegos, se les enseña desarrollo postural y hábitos ergonómicos y saludables.

Médicos y profesores profesionales insisten en la necesidad de que se trabaje de la forma más personalizada posible. Los fisioterapeutas alertan de los riesgos que esta modalidad en alza puede tener impartida en grupos grandes o por correspondencia ya que, para que el trabajo sea beneficioso, es preciso que el profesional realice constantes correcciones posturales que no son posibles si se manejan grandes grupos de personas. Laura Cabral advierte de que «lo ideal es que no haya más de ocho pacientes por clase y lo practiquen una media de dos o tres días por semana con una duración de 55 minutos o una hora, con un mínimo de 30 sesiones, o lo que es lo mismo, unos dos meses». Bosco concluye que «con diez sesiones tú notas el la mejoría; con otras diez, lo notan los demás; y con otras diez, tu cuerpo cambia».

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