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¿Para qué sirve meditar?
Meditar está de moda. Cada vez son más las personas que deciden sentarse en un cojín de meditación para hacer nada durante unos minutos al día. Entre ellos personajes famosos como Steve Jobs, Richard Gere, David Lynch o los Beatles Paul McCartney y Ringo Starr, quienes no dudan en pregonar a los cuatro vientos las ventajas de esta técnica milenaria. Pero, ¿qué cambios puede producir en una persona esta práctica? ¿Sirve en realidad para algo o es una manera esnob de perder el tiempo?
Científicamente ya hay investigaciones que prueban sus beneficios. Un estudio de la Universidad de Yale concluyó que las personas que meditan durante muchos años desarrollan una nueva red neuronal por defecto en la que hay una mayor conciencia de uno mismo y del presente y menos ensoñación. Otro de la Universidad de Wisconcosin nombró a un monje budista, Matthieu Ricard, el hombre más feliz del planeta.
El cirujano y conferenciante Mario Alonso Puig es uno de los firmes defensores de la meditación. «Está probado por Richard Davidson que cuando se medita, cuando se silencia el ruido mental que es como una jaula de grillos, se activa el área prefrontal izquierda del cerebro humano que es la base de las emociones positivas como la alegría, el entusiasmo», cuenta Alonso Puig, autor de ‘Ahora yo’ y de ‘Reinventarse’ quien incide en que la Universidad de Harvard ha demostrado que estos ejercicios incluso reducen la hipertensión arterial y mejoran el sistema inmunológico.
Movimientos colaterales
La ‘mindfulnes’ contribuye a mantener la atención en el presente, sin juzgar y con aceptación, cuenta Simón. La técnica más común que emplea es la concentración en la respiración y los beneficios que aporta son numerosos: «Lo primero que se nota es una mayor tranquilidad, menor ansiedad, mayor capacidad de hacer frente a las situaciones difíciles, no reaccionar de una forma automática. A largo plazo ayuda a conocerse a sí mismo, saber quién eres», explica.
Simón cuenta que, de manera paralela a este ‘boom’ de la meditación, se están produciendo «muchos movimientos colaterales», entre los que menciona la investigación por parte de la ciencia, su aplicación a la psicoterapia y a la pedagogía con los niños. «Este ‘boom’ se ha producido porque hay una necesidad de tranquilidad para compensar el ritmo de vida tan estresante», opina Simón.
«En los últimos 50 años occidente está descubriendo esta herramienta que tiene una gran eficacia para mantener el estado de equilibrio, de lucidez», sostiene Villalba, para quien «la meditación ha llegado a occidente para quedarse y expandirse, aunque siempre haya una capa superficial de moda, de personas esnobs«.El maestro budista zen Dokushô Villalba, autor de varios libros sobre el zen y fundador del templo Luz Serena de Valencia, cree que esta mirada hacia una práctica milenaria como la meditación se debe al «nivel de desarreglo emocional y psicológico, de pérdida de sentido» que se vive en este momento. «Tanto las tasas de suicidio como las enfermedades mentales no han dejado de subir en los últimos años», explica Villalba.
Pero, ¿en qué consiste meditar? Villalba explica que la palabra meditación «designa poco porque se refiere a muchos tipos distintos de prácticas». En el caso de la meditación zen, «es muy específica porque se establece con una base corporal muy fuerte». Para practicarla es muy importante la conciencia en el cuerpo, motivo por el que se hace sentado en posición de loto o de medio loto, con las piernas cruzadas, las rodillas en contacto con el suelo, las nalgas apoyadas en un cojín de meditación y la espalda recta.
No perseguir beneficios
También es necesaria en la práctica la atención correcta, que es «un entrenamiento de la atención plena, desarrollar un estado de vigilia continua en el que la atención está dirigida a la experiencia interna, subjetiva». «Lo primero es aprender a enfocar la atención en la respiración para evitar la dispersión mental», detalla Villalba, quien también señala como uno de los ejes del zen practicar la meditación sin esperar ningún beneficio. «Si uno medita en zen persiguiendo unos beneficios, éstos no aparecen, sólo aparece cuando no se persigue nada», señala este monje natural de Utrera (Sevilla), quien asistió en 1976 a una conferencia que le hizo comenzar con su práctica a la que ha acabado consagrando su vida.
A la hora de practicar la meditación zen se dejan pasar los pensamientos, las emociones, las sensaciones. «Es dejar pasar la actividad mental sin pretender manipularla o llevarla hacia un estado, como un río que fluye. Es una práctica muy simple pero que requiere mucho entrenamiento», explica Villalba, para quien llevar esta actitud zen de atención y observación a todos los ámbitos de la vida, desde el trabajo hasta cualquier actividad que se desarrolle, «es una herramienta excelente para contrarrestar el estado de alienación en el que se vive en el que uno está siempre corriendo detrás de algo».
Por sus clases pasó un centenar de estudiantes que aprendió la teoría y la práctica de diferentes tradiciones meditativas, desde el chamanismo, hasta el yoga, pasando por el zen, la vipassana, el sufismo, las prácticas contemplativas cristianas o la meditación interpersonal desarrollada por el psiquiatra chileno Claudio Naranjo.Otro convencido de los beneficios de la meditación es David Barba, quien durante tres años dio en la Universidad Autónoma de Barcelona la asignatura de libre configuración ‘Teoría y práctica de la meditación’, «pionera en España» y que ha dejado de impartirse por los recortes que esta Universidad ha acometido por la crisis, cuenta Barba.
En la universidad
¿Qué le puede aportar a un estudiante meditar? Según pudo constatar Barba en sus clases sus alumnos ganaron más calma, más equilibrio en sus constantes vitales y obtuvieron mayor concentración para sus estudios. «Estos son los beneficios más mundanos, pero también se dan beneficios a un nivel espiritual; dicho de una manera laica, la meditación potencia el amor admirativo, hay un ensanchamiento, una mayor tolerancia, más empatía, una experiencia de reconexión con algo que se ha perdido que es el sentido de la trascendencia sin que esto signifique entrar en el terreno de lo religioso. Yo vi ese proceso con mis alumnos», destaca.
Para algunos esta práctica incluso puede ser un antídoto para la crisis. Éste es el caso de Joaquín García Weil quien organizó hace unos días en su centro Yogasala de Málaga una meditación colectiva a la que acudieron más de 70 personas para «intentar salir del fatalismo en el que vivimos debido a la situación económica». García Weil ya organiza la segunda edición de este evento y está convencido de que la meditación en grupo puede demostrar que «la economía no se fundamenta sólo en el dinero, sino más bien en la persona y, cada cual, empezando dentro de sí mismo puede hacer algo por la sociedad».
Para probar esta teoría García Weil echa mano de la historia y se refiere a que los samuráis japoneses y las castas indias más pudientes ya utilizaban hace cientos de años la meditación para decidir cuál era el modo adecuado de llevar los negocios.
Más serenos, relajados y confiados
«Meditar me ha aportado serenidad, confianza y capacidad para aceptar cosas que antes me resultaban insoportables», cuenta a este periódico Marisa Mayrata, quien lleva 20 años en contacto con esta práctica y quien asegura que «durante los periodos en que he practicado diariamente me he sentido mucho más equilibrada y feliz, mucho más segura, decidida». Francisco D. Narvarte, psicólogo, comenzó a meditar hace una década y ha practicado las técnicas dinámicas de Osho, el zazen, y las meditaciones más ‘visuales’, como la kundalini, aunque de forma habitual usa la técnica vipassana. Suele meditar media hora al día y este práctica le ayuda a «bajar al cuerpo y al presente» ya que, según él mismo cuenta es una persona muy mental. A Eduardo Rodríguez meditar le ayuda «a empezar bien el día conmigo mismo y con los demás». «Voy al trabajo más relajado, me ayuda a dejar atrás mis neuras y a ver más al otro», explica Eduardo, quien practica dos o tres veces por semana y tuvo su primer contacto con este mundo en un retiro de zazen en 2009. Más reciente es la práctica de Alejandro Rodríguez, quien medita desde hace unos meses aunque ya nota los beneficios: «El ejercicio de la meditación me ayuda a parar, a no actuar tan compulsivamente, a cuestionar la verdad de lo que pienso». A pesar de que lleva poco con esta práctica explica que se ha producido un «cambio significativo en cuanto a antes» porque «me ayuda a no hacer nada. Y ahí de pronto me siento más conmigo mismo».