Quién no ha experimentado alguna vez un movimiento en falso que le halla podido provocar un pequeño “tirón” en el cuello?
Durante la práctica deportiva es muy común, sobre todo en ciertas disciplinas, este tipo de contingencias. Pero antes de entrar de lleno y abordar directamente el tema de las lesiones en el cuello, vamos a describir brevemente qué es una lesión deportiva y como identificarla.
¿Qué es una lesión deportiva?
Las lesiones deportivas son lesiones que se suelen producir mientras se practica un deporte organizado, sea en una competición, una sesión de entrenamiento u otra actividad física organizada. En los jóvenes este tipo de lesiones ocurren por diversas razones, incluyendo un entrenamiento incorrecto, llevar un calzado deportivo inadecuado, no llevar el equipo de protección necesario y el rápido crecimiento que se experimenta durante la pubertad.
Hay dos grandes categorías generales de lesiones deportivas. La primera es la de las lesiones traumáticas agudas. Suelen producirse a raíz de un solo golpe o de la aplicación de una fuerza aislada —como ser objeto de una mala entrada en un partido de fútbol.
Las lesiones traumáticas agudas incluyen las siguientes:
– fracturas — grietas o rotura totales o parciales de tejido óseo.
– magulladuras, contusiones en terminología médica —provocadas por golpes directos, que pueden cursar con inflamación y sangrado en el interior de los músculos y otros tejidos corporales.
– distensiones — estiramientos o desgarros en un músculo o tendón, el extremo estrecho y resistente de un músculo que lo conecta con el hueso.
– esguinces — estiramientos o desgarros de ligamentos, el tejido que refuerza y da estabilidad a laarticulaciones, conectando huesos y cartílagos.
– abrasiones — raspaduras.
– laceraciones — cortes en la piel que suelen ser lo bastante profundos como para requerir puntos o grapas.
La segunda categoría de lesiones deportivas es la de lesiones por sobrecarga o de tipo crónico. Son lesiones que se desarrollan durante un período de tiempo más o menos prolongado. Las lesiones crónicas suelen estar provocadas por movimientos repetitivos, como los implicados en correr, lanzar cosas por encima de la cabeza o sacar en el tenis. Incluyen las siguientes:
– fracturas por sobrecarga — pequeñas grietas en la superficie del hueso a menudo provocadas por una sobrecarga repetitiva (por ejemplo, en los pies de un jugador de baloncesto que salta constantemente en la pista.
– tendinitis— inflamación de un tendón provocada por su uso repetitivo
– epifisitis o apofisitis — lesiones por sobrecarga en el cartílago de crecimiento (es decir, el lugar a partir del cual el hueso puede crecer en longitud durante la infancia y adolescencia), como las que se producen en la enfermedad de Osgood-Schlatter.
A menudo se concede menos importancia a las lesiones crónicas que a las agudas. Tal vez te sientas tentado a ignorar ese dolor sordo que tienes en la muñeca o en la rodilla, pero recuerda siempre que solo porque una lesión no sea espectacular no significa que carezca de importancia o que vaya a curarse sola. Si no se trata, lo más probable es que una lesión crónica empeore con el tiempo.
Partes del cuerpo que pueden verse afectadas por las lesiones deportivas
Tal vez creas que las únicas partes del cuerpo en que te puedes lesionar mientras haces deporte son la espalda, los brazos y las piernas, pero puedes lesionarte cualquier parte del cuerpo, incluyendo la cara, el cuello, la cabeza, la espalda, los órganos sexuales, las manos y los pies.
Lesiones en cabeza y cuello
Las lesiones en la cabeza engloban las conmociones cerebrales, así como las contusiones, fracturas y hematomas que afectan a esta parte del cuerpo.
Una conmoción cerebral es una sacudida o golpe violento en la cabeza que hace que el cerebro choque contra las paredes del cráneo, lo que afecta temporalmente a la función cerebral. Si es muy fuerte o recurrente puede provocar daño cerebral pero, afortunadamente, esto es infrecuente en los jóvenes.
Un hematoma es una hemorragia o sangrado que se produce entre las capas de tejido que recubren el cerebro o dentro del mismo cerebro. Todas estas lesiones pueden estar provocadas por un fuerte impacto en la cabeza debido a una caída, una fuerte sacudida, un golpe directo en la cabeza o un «latigazo cervical».
Un latigazo cervical es un traumatismo en el cuello que tiene lugar cuando la cabeza sufre una sacudida fuerte e inesperada (muy típico de los accidentes de coche).
Ponte siempre el casco en los deportes de contacto y cuando realices actividades como montar en bici o patinar para evitar posibles lesiones en la cabeza.
En cuanto a las lesiones de cuello es posible que el dolor se sienta como un «nudo», rigidez o dolor intenso. El dolor podría propagarse a los hombros, a la parte superior de la espalda o a los brazos, o podría causar dolor de cabeza. El movimiento del cuello podría ser limitado, por lo general, más hacia un lado que hacia el otro. Dolor en el cuello se refiere al dolor en cualquier parte del área que se extiende entre la base del cráneo y los hombros. El cuello incluye:
– Los huesos y las articulaciones de la columna cervical (las vértebras del cuello).
– Los discos que separan las vértebras cervicales y amortiguan el impacto cuando usted se mueve.
– Los músculos y los ligamentos en el cuello que brindan sostén a la columna cervical.
El dolor en el cuello podría estar causado por una lesión en una o más de estas áreas, o podría tener otra causa. A menudo, el tratamiento en el hogar ayudará a aliviar el dolor de cuello causado por lesiones menores.
Actividades que podrían causar dolor en el cuello
A menudo, el dolor en el cuello está causado por una distensión o un espasmo de los músculos del cuello o por una inflamación de las articulaciones del cuello. Los ejemplos de actividades comunes que podrían causar este tipo de lesión menor incluyen:
– Mantener la cabeza en una postura encorvada hacia adelante o en una posición extraña al trabajar, mirar televisión o leer.
– Dormir con una almohada demasiado alta, demasiado plana o donde la cabeza no se apoye bien; o dormir boca abajo con el cuello torcido o doblado.
– Pasar períodos prolongados con la frente en reposo sobre el puño o el brazo en posición vertical («postura del pensador»).
– El estrés. La tensión podría hacer que los músculos que se extienden desde la parte posterior de la cabeza hasta la parte posterior del hombro (músculo trapecio) se sientan rígidos y doloridos.
– El trabajo o el ejercicio que usan la parte superior del cuerpo y los brazos.
Lesiones repentinas (agudas)
Las lesiones menores en el cuello podrían ser el resultado de tropezarse, caerse desde una distancia corta o girar la columna vertebral en exceso. Es posible que se produzcan lesiones graves en el cuello como resultado de un latigazo cervical en un accidente automovilístico; de caídas desde alturas significativas; de golpes directos en la parte posterior o superior de la cabeza; de lesiones relacionadas con los deportes; de una lesión penetrante, como una herida de arma blanca, o de la aplicación de presión externa en el cuello, como estrangulación.
El dolor causado por una lesión podría ser repentino e intenso. También podrían aparecer moretones e hinchazón poco después de la lesión. Las lesiones agudas incluyen:
– Una lesión en los ligamentos o en los músculos del cuello, como un esguince o una distensión. Cuando el dolor en el cuello es causado por distensión muscular, es posible que usted tenga dolores y rigidez que se propagan a la parte superior del brazo, al hombro o a la parte superior de la espalda. El dolor punzante que se propaga por el brazo hacia la mano y los dedos puede ser un síntoma de un nervio comprimido (compresión de la raíz nerviosa). El dolor punzante es más grave si se produce en ambos brazos o en ambas manos, en lugar de producirse en un brazo o en una mano solamente.
– Una fractura o dislocación de la columna vertebral. Esto puede causar una lesión en la médula espinal que podría provocar parálisis permanente. Es importante inmovilizar y trasladar a la persona lesionada correctamente para reducir el riesgo de parálisis permanente.
– Un disco desgarrado. Si el desgarro es lo suficientemente grande, el material gelatinoso dentro del disco podría desplazarse hacia afuera (herniarse ) y ejercer presión contra un nervio o contra la médula espinal (hernia de disco central). Es posible que tenga dolor de cabeza, sienta mareos o revoltura estomacal o tenga dolor en el hombro o en el brazo.
Se requiere atención de emergencia para una lesión en el cuello que causa daño en la médula espinal. Los síntomas de la lesión de la médula espinal incluyen la pérdida de movimiento o de la sensibilidad, entumecimiento, hormigueo, dificultad para controlar los músculos de los brazos o de las piernas, o pérdida del control de los intestinos o de la vejiga.
Las lesiones de cuello se encuentran entre las más peligrosas. Puedes lesionarte el cuello al sufrir un traumatismo súbito que afecte a esa parte del cuerpo en deportes como la bicicleta de montaña, el paracaidismo, la hípica, la gimnasia, el submarinismo, el rugby, el judo o el boxeo.
Otro tipo de lesiones de cuello muy frecuente relacionado con la práctica deportiva es la lesión del plexo braquial, provocada por la distensión de los nervios del cuello. La mayoría de lesiones de cuello están provocadas por el impacto sufrido por la cabeza o el cuello durante una caída o golpe. También puedes lesionarte el cuello poco a poco. Si sometes el cuello a demasiadas tensiones, puedes experimentar un dolor creciente, tal vez solo en un lado del cuello. O es posible que solo notes un ligero dolor cuando mueves el cuello de determinada forma.
Si una persona sufre un traumatismo importante y existe la posibilidad de que esté afectado el cuello, es muy importante dejarlo quieto con la cabeza bien alineada con el cuerpo mientras alguien pide ayuda médica de urgencia. Si la persona está estirada en el suelo, nointentes cambiarla de sitio ni de postura. No intentes nunca mover a alguien que puede tener una lesión de cuello —una fractura de cuello manipulada incorrectamente puede provocar parálisis permanente o incluso la muerte.
¿Cómo ocurren este tipo de lesiones?
Las lesiones graves en el cuello o la cabeza ocurren más a menudo en atletas que participan en deportes de contacto (como el fútbol americano, el rugby o cualquier modalidad de artes marciales) o en los deportes donde se pueden producir caídas fuertes, como la equitación.
El cuidado de las lesiones deportivas
Si tienes un dolor que aumenta progresivamente con la actividad y cursa con inflamación, cojera o pérdida del grado de movilidad, necesitas que te vea un médico lo antes posible.
¿En qué tipo de dolores te deberías fijar? Cualquier lesión que curse con hinchazón, entumecimiento, dolor intenso, rigidez o pérdida de flexibilidad debería tomarse en serio.
También deberías saber distinguir entre una molestia o dolor muscular puntual o temporal y el dolor crónico, que continua durante un período más largo de tiempo. Por ejemplo, no siempre es necesario que vayas al médico si te duele el hombro, pero deberías pedir hora con el médico si el dolor empeora o si persiste durante una semana o más. También deberías ir al médico si el dolor pasa de aparecer solo tras la práctica deportiva a hacerlo mientras haces deporte, o si lo notas al levantarte por las mañanas o en tus actividades cotidianas.
Lo mejor que puedes hacer si sospechas que te has lesionado es dejar inmediatamente de practicar el deporte que crees que te ha provocado la lesión e ir al médico. En el caso de lesiones graves o complejas, puede ser más recomendable ir a un médico especializado en medicina deportiva.
El médico te examinará la lesión y utilizará herramientas diagnósticas como las radiografías y la resonancia magnética (RM) para determinar el alcance de la lesión. La resonancia magnética permite ver los tejidos blandos con mayor claridad que las radiografías o las tomografías computarizadas.
Una vez conozca el alcance de tu lesión, lo más probable es que el médico empiece con un tratamiento conservador, como el reposo y la aplicación de hielo para reducir la inflamación. Es posible que también te recete analgésicos (medicamentos para aliviar el dolor) y antiinflamatorios tipo ibuprofeno. Tal vez sea necesario entablillarte o escayolarte la parte afectada o intervenírtela quirúrgicamente, dependiendo de la lesión que padezcas.
A continuación, ocurrirá una de las siguientes tres cosas. El médico te recomendará que:
– sigas haciendo deporte mientras te vayas recuperando de la lesión.
– hagas deporte utilizando algún dispositivo de protección (como una rodillera o una muñequera).
– vayas a rehabilitación (fisioterapia).
Los médicos de medicina deportiva no permiten que sus pacientes sigan haciendo deporte si corren el riesgo de hacerse otra lesión o agravar la lesión de la que se están recuperando.
Volver a hacer deporte
Si el médico te dice que dejes de hacer deporte, probablemente lo primero que le preguntarás será «¿Cuándo podré volver a hacer deporte?» Eso dependerá de la lesión específica que tengas, o sea que asegúrate de hablar detenidamente con tu médico sobre ese tema.
Hay cosas que puedes hacer para mantenerte en forma mientras te recuperas de la lesión sin agravarla —pero antes de hacer nada, asegúrate de que tu médico te da el visto bueno. Esas actividades se conocen como entrenamiento combinado o mixto e incluyen la bicicleta estática, la natación, la hidroterapia y las máquinas de remo.
Tu programa de rehabilitación también te ayudará a mantenerte en forma mientras te recuperas. La rehabilitación es el proceso que te ayuda a volver a estar en forma y listo para la acción. La rehabilitación puede formar parte de tu programa de tratamiento y puede incluir ejercicios, manipulaciones realizadas por un fisioterapeuta (un especialista en ayudar a la gente a recuperarse de las lesiones deportivas) y aparatos tecnológicos, como los ultrasonidos. Los ultrasonidos se utilizan para calentar el área lesionada. El calor alivia el dolor, favorece la curación y aumenta el grado de movilidad.
Hacer deporte de forma segura
¿Qué puedes hacer para protegerte a fin de no volverte a lesionar? Usa un equipo protector —por ejemplo, un casco en los deportes de contacto como el fútbol americano, boxeo u otras variantes de artes marciales— que sea adecuado para el deporte específico que practicas.
Cuando vuelvas a hacer deporte, es posible que necesites un equipo protector adicional, incluyendo un calzado deportivo modificado (por ejemplo, con plantillas o protectores para los empeines), vendas elásticas (por ejemplo, alrededor de la rodilla, para darle mayor estabilidad), rodilleras y coderas, o protectores bucales. Estos protectores ayudan a estabilizar y a proteger las distintas partes del cuerpo de posibles tirones, golpes directos y nuevas lesiones.
Para no volverte a lesionar, asegúrate de precalentar adecuadamente antes de las sesiones de entrenamiento y de los partidos. Recuerda que, cuando te reincorpores a la práctica deportiva, deberás tomártelo con calma, aumentando gradualmente la intensidad de los entrenamientos hasta alcanzar el nivel que tenías antes de lesionarte.
Asimismo, conoce tus límites. Si la parte del cuerpo que te habías lesionado (o cualquier otra parte del cuerpo) te empieza a doler, para inmediatamente y descansa. No pospongas el ir al médico si persiste el dolor. El dolor es la forma que tiene tu cuerpo de decirte que algo no va bien.
O sea que haz deporte, pero hazlo de forma segura. Intenta aprender de la experiencia y haz las cosas que te pueden ayudar a evitar lesionarte en primer lugar.
Fuente: Deporte sin Quimica