LA VERDAD SOBRE LA LECHE IV

Por Sacha Barrio Healey
LECHE Y LACTANCIA
La costumbre de darle leche animal al bebé es europea y bastante reciente en la historia. Ni en Asia, África o América prehispánica y colonial existió esta tradición. Antiguamente, la alternativa siempre era acudir a la nodriza. Pero ahora la vaca no sólo es la madrina animal de una gran comunidad de hijos adoptivos, sino que se nos ha hecho creer que el único mamífero sobre la tierra que nunca debe ser destetado es el hombre, desde la lactancia hasta la tercera edad.
La leche de vaca contiene proteínas inferiores y diferentes a las que se encuentran en la leche materna; esas proteínas son óptimas para el becerro, pero peligrosas para el bebé. En definitiva, la leche de conejo no sirve para alimentar al gato, la de gato es inadecuada para el becerro y ésta a su vez no le sirve al cachorro, al chancho, al cordero y, menos aún, va a servir para el bebé. A cada especie se le debe respetar su leche. Además algunas vacas reciben la hormona bovina recombinante (rBGH) para incrementar en 40% la producción del hato prohibida en en Japón y la Unión Europea, pero utilizada en Estados Unidos y Latinoamérica, también comercializada con el nombre de lactotropina una hormona equivalente a la HCB (hormona de crecimiento bovino natural de la vaca).
Existen 21 efectos adversos de la somatropina (rBGH) en la vaca misma, lo que incluyen quistes al ovario, desórdenes uterinos, embarazos con anomalías.
La mayoría de vacas actualmente son alimentadas con semillas de algodon, maíz y soya transgénica, y gallinaza (excremento de aves) en el caso de las vacas de engorde. Atrás y lejos están los años en que las vacas eran alimentadas con chala de maíz, alfalfa y pasto natural.
La leche materna es un fluido vivo, especialmente apto para nutrir las exigencias del delicado crecimiento del cerebro infantil, y esto no lo puede hacer la leche de vaca o de fórmula. Con el destete, la prioridad deben ser los jugos de fruta, las frutas secas. La leche de vaca tiene cuatro veces más proteínas que la leche materna y, sin embargo, el desarrollo y crecimiento del bebé alimentado con leche de vaca se ve retardado, desde todo punto de vista, salvo en altura física. Y quizá la pediatría antigua sólo considerase este factor, el de la altura, como si nuestros bebés fueran pollos de engorde. Pero, ¿acaso se evalúan los rasgos sutiles de su desarrollo, su bienestar emocional o espiritual, o la bioquímica de sus delicadas neuronas y células o su equilibrio hormonal?
Las vacas no son alimentadas para que se pueda obtener una máxima calidad de leche, sino para obtener una máxima cantidad de leche. Las vacas son forzadas a producir inmensas cantidades de leche, muy por encima de lo normal. Este régimen, sostenido por varios años, o más bien durante toda su vida, debilita mucho al animal y hace imposible que tenga un mínimo nivel de salud, acortando su ciclo vital y exponiéndolo a todo un regimiento de enfermedades que no se ven en las vacas de campo. Y por lo tanto se les da medicinas y antibióticos al por mayor. ¿Qué mujer podría aguantar 10 años sin secarse, sin descansar de producir leche, con una dieta artificial y pariendo cada año?
La leche de vaca está destinada a los becerros, y al sistema digestivo de los rumiantes. Los bebés deben consumir leche materna hasta el destete; la naturaleza ha diseñado ambos tipos de leche y de sistemas digestivos, respectivamente. El ser humano es el único ser viviente que continúa bebiendo leche mas allá de los primeros meses de vida, y el único que lo hace de otra especie. El becerro es el único, legítimo heredero y beneficiario de la leche de vaca. (Sin embargo, en las granjas de producción, el becerro sólo alcanza a succionar la leche de su madre durante sus primeras 24 horas de vida; la vaca madre luego llora y gime de dolor por reencontrar a su becerro).
Los productos lácteos que ofrecen cierta seguridad son la mantequilla fresca y los cultivos de yogurt, los cuales han sido predigeridos por lactobacterias, pero aun así deben consumirse con moderación y prepararse con leche no pasteurizada. La leche cruda puede ser un alimento bueno de la dieta si se le usa con bastante moderación, mejor aún si se le evita.
Las personas que piensan que deben tomar yogurt luego de un curso de antibióticos, y que necesitan restablecer su flora intestinal, también cometen un común error. El yogurt, para contener lactobacterias, debe ser hecho en casa y consumirse dentro de las primeras 24 horas. El yogurt que se consigue en los mercados es altamente sintético y no solución al problema de la flora intestinal, la siguiente opción es muy saludable para restablecer la flotra de manera natural y saludable

Yogurt de col:
Cortar rodajas de col y dejarlas remojando en agua por tres noches; luego licuar y beber.
Guardar una copita de col para hacer el cultivo nuevamente, agregándola a otra cantidad de col remojada en agua; ésta podrá consumirse al día siguiente. Repetir toda una semana hasta restablecer la flora intestinal.
También es útil consumir regularmente col cruda, por su altísimo contenido de lactobacterias; a su vez, la col es extraordinaria para la gastritis y para curar ulceras gástricas. Los gastroenterólogos que se han dedicado a estudiar sus propiedades sorprendentes sobre las úlceras gástricas descubrieron, entre sus principios, lo que luego llamarían la vitamina U, una poco conocida vitamina que tiene la función de proteger las mucosas del estómago y tracto digestivo, cicatrizando y combatiendo la acidez. La col es una verdura alcalina por excelencia.
Si olvidamos todo lo mencionado, y afrontamos el tema desde un punto de vista meramente práctico y científico, la leche no resulta siquiera una óptima fuente de calcio, comparada con otros alimentos más digeribles y saludables, en los que existen otros elementos que actúan sinérgicamente. Compárese, por ejemplo, el contenido de calcio en 100 g de los siguientes alimentos:
leche 118 mg
brócoli 130 mg
algas 185 mg
almendras 254 mg
sardinas 400 mg
ajonjolí 1160 mg
Otras fuentes bibliográficas le asignan hasta 1500 mg de calcio/100 g al ajonjolí (semillas de sésamo); indiscutiblemente el ajonjolí es el legítimo rey del Calcio, además nos brinda una buena fuente de ácidos grasos esenciales, que son tan carentes en nuestra dieta moderna. Recuérdese que el 95% de la población carece de ellos. El ajonjolí también contiene hierro, flúor, magnesio, potasio, yodo, cobalto y zinc. Es una buena fuente de proteínas, contiene muchos aminoácidos esenciales incluida la metionina, que no suele encontrarse en vegetales.
Debe saberse que todas las verduras verdes y oscuras son fuente óptima de calcio; es de ahí de donde lo obtiene la vaca, y también otros animales de esqueleto enorme como el elefante y la jirafa. De adultos, ellos nunca tomaron leche, y hasta ahora nadie ha reportado haberlos visto tomando suplementos de tiza o rumiando pizza con queso.
Además de calcio, las verduras verdes oscuras –como berros, alfalfa, espinaca, acelga, etc.– contienen clorofila, y en el centro de la molécula de la clorofila se encuentra el valioso magnesio. Según estadísticas de salud, este último es más carente que el calcio en la dieta, y es tan o más importante que el calcio para prevenir la osteoporosis.
En un estudio hecho en Londres se compararon diferentes grupos de mujeres con osteoporosis, unas en post menopausia y otras con TRH (tratamiento de restitución hormonal). Se encontró que ninguno de los grupos presentaba bajos niveles de calcio, pero sí de otros nutrientes vitales para la formación de hueso, como magnesio y zinc. El cuerpo requiere el doble de magnesio con respecto al calcio para que la bioquímica de la formación ósea funcione óptimamente. El 60% de las reservas de magnesio en el cuerpo está en los huesos. Fuentes ricas del mismo son las verduras verdes, nueces, higos y limones.
Hubo otro estudio en el que dos grupos de mujeres fueron examinadas respecto a su densidad ósea. A un grupo se le administró TRH y magnesio; al otro grupo, TRH únicamente. Después de nueve meses, la densidad ósea de las mujeres que sólo tomaron TRH no mostró ningún aumento, mientras que las que tomaban magnesio aumentó en 11% su densidad ósea.
Estados Unidos exhibe los niveles más altos de consumo de leche pasteurizada, pero también la mayor incidencia de osteoporosis. Más productos lácteos son consumidos en EE.UU. que en el conjunto de los demás países del mundo; e igualmente los estadounidenses lideran el mundo en enfermedades degenerativas. La osteoporosis obedece a un conjunto de razones; los factores de riesgo son: sexo femenino, raza caucásica y asiática, vida sedentaria, depresión, toxicidad con metales pesados (en particular las ollas de aluminio), uso crónico de antibióticos de amplio espectro, fumadores y consumidores regulares de café, dietas ricas en fosfatos, mujeres multíparas y mujeres nulíparas.
El apoyo nutricional debe incluir comidas ricas en minerales, especialmente fuentes no lácteas de calcio, magnesio, vitamina K (necesaria para producir osteocalcina, proteína que incrementa la absorción de calcio; esta vitamina se produce por la flora intestinal; debe tenerse cuidado con los antibióticos, el agua con cloro), boro (necesario para absorber el calcio), manganeso (necesario para producir matriz de colágeno de los huesos), zinc (necesario para crecimiento de huesos), cobre, cromo (normaliza los niveles de azúcar en la sangre; la mala regulación de azúcar fomenta la pérdida de masa ósea), ácidos grasos esenciales (necesarios para la producción de hormonas) y vitaminas del complejo B.
Poniendo de lado nuestro egoísta deseo de mantener una buena salud, el consumo de leche resulta siendo poco respetuoso de la ecología. En el Perú, tan sólo el 2,6% del territorio nacional es apto para agricultura; el resto es desértico, montañoso andino o de selva amazónica, donde los suelos son demasiados ácidos para aprovecharse. Pero no se alarmen: ese pequeño porcentaje de tierra cultivable puede alimentar a todo el país, y quizá varias veces. Pero sabemos que la población mundial crece a un ritmo vertiginoso, y que en un futuro no muy lejano, faltará espacio. Esto ya está ocurriendo en Argentina, donde el ganado tiene que desplazarse cada vez más lejos, para ceder espacio a las demandas crecientes de la agricultura. En Inglaterra, alrededor del 60% del territorio es utilizado para criar ganado vacuno, ovejas, puercos o aves. El costo de producir un kilo de carne o un kilo de queso es mucho mayor –en espacio, tiempo y consumo de agua– que el de producir un kilo de proteína vegetal de la misma calidad. Quizá en el futuro, para alimentar a la humanidad, tengamos que prescindir un poco de la leche, no por ética, salud o religión, sino por economía, geografía y sobrepoblación… Un importante porcentaje de la deforestación en el mundo ocurre para obtener espacio para criar ganado. Recuérdese que cada año un área similar a la de toda Bélgica es deforestada.
Para terminar, quiero hacer notar que el que escribe lo hace de manera independiente, y que no comercializa ajonjolí, calcio, magnesio o zinc.

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