Aunque los tres pilares básicos del tratamiento de la diabetes, sean el ejercicio físico regular, la dieta y la medicación, existen evidencias epidemiológicas que sugieren que aquellos diabéticos, sean de tipo I o de tipo II, que realizan ejercicio físico regularmente a lo largo de su vida, desarrollan menos complicaciones y viven más años que aquellos que no lo realizan.
Un diabético tipo I debe hacer ejercicio físico regularmente para obtener beneficios como la prevención de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares (para evitar la hipertensión, el colesterol elevado, el sedentarismo,…). En el caso de la diabetes tipo II, está científicamente demostrado que el ejercicio físico sí mejora el control de la glucemia aunque en el caso de tipio I, no se ha podido demostrar que mejore el control de la glucemia.
Mejora la sensibilidad a la insulina (necesidad de menos medicación). Con la actividad física, el músculo se hace más receptivo a la insulina y esto se traduce, en muchos diabéticos, en una menor necesidad de insulina o antidiabéticos orales.
Disminución de la grasa corporal. La reducción del peso (graso) corporal, por sí mismo, sin realizar ejercicio físico, mejora la sensibilidad a la insulina. Para perder peso graso el mejor método es una dieta moderadamente hipocalórica y ejercicio físico prolongado y de baja/ moderada intensidad.
Beneficios cardiovasculares. Ejercicio físico regular, ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares porque evita o mejora los factores de riesgo de este tipo de enfermedades como la hipertensión arterial (mejora las cifras de la tensión arterial), la hipercolesterolemia (aumenta el cociente colesterol- HDL/ colesterol Total, desciende el colesterol- VLDL, y también descienden los Triglicéridos), el sedentarismo, la obesidad, etc.
Disminución del estrés. El estrés en un diabético puede alterar el control de su diabetes al hacer que aumente en la sangre la concentración de algunas hormonas, cuerpos cetónicos, o ácidos grasos libres. Por lo tanto, evita este estrés es un objetivo importante del diabético y el ejercicio físico puede ser una herramienta muy útil para lograrlo. Cuando hayas terminado de hacer ejercicio, enfría el cuerpo entre 5 a 10 minutos. De nuevo, estira los músculos y deja que la velocidad de los latidos de su corazón disminuya gradualmente. Puedes usar los mismos ejercicios de estiramiento que usó durante el período de calentamiento.
Prevención. Diferentes estudios epidemiológicos indican que aquellas personas que mantienen un estilo de vida físicamente activo tienen muchas menos posibilidades de desarrollar esta enfermedad. Además, se ha visto que este efecto protector de la actividad física es más marcado en aquellas personas con mayor riesgo de padecer una diabetes tipo II (aquellas que tienen sobrepeso, hipertensión arterial o tienen una historia familiar de diabetes). Se ha visto que por cada 500kcal de incremento en el gasto energético semanal se reduce un 6% el riesgo de desarrollo de esta enfermedad. Se puede prevenir probablemente porque el propio ejercicio físico actúa de forma positiva en el músculo haciéndolo más receptivo a la insulina, y porque una persona físicamente activa es más delgada que otra sedentaria de su mismo sexo y edad.
La edad es uno de los principales factores de riesgo de la diabetes tipo II porque, con el envejecimiento, se produce un descenso en la acción de la insulina y se desarrolla una resistencia a esta hormona que cursa con hiperinsulinemia e intolerancia a la glucosa. Sin embargo, queda por descubrir si esta resistencia es debida a un efecto de la edad o es debida indirectamente al desarrollo de una obesidad, a la inactividad física o a otros factores asociados a la vejez. Para diferentes autores este efecto de la edad sobre la tolerancia a la glucosa se elimina esencialmente después de excluir el efecto negativo de la obesidad y de la inactividad física. Por lo tanto, debemos tener en mente la inactividad física y la obesidad como dos variables esenciales, sin olvidar la hipertensión arterial y la hiperlipidemia, a la hora de determinar las causas de la alta prevalencia de esta enfermedad a partir de los 50 años.
Por otro lado, numerosos estudios han constatado que existe una estrecha relación entre la inactividad física y la obesidad y que, al mismo tiempo, el ejercicio físico regular puede ser una buena herramienta de trabajo para ayudar a perder peso y, sobre todo, para mantener esta pérdida a lo largo del tiempo; y es sabido que la pérdida de peso corporal se acompaña de una mejora tanto de la tolerancia a la glucosa como de la hipertensión arterial y de las cifras de colesterol. Sin embargo, una persona diabética que quiera participar en un programa de entrenamiento físico debería someterse previamente a una evaluación médica. Esta evaluación médica debe interesarse especialmente por la presencia de complicaciones macro y microvasculares que pudieran agravarse con el desarrollo de un programa de ejercicio físico.
Tipo de actividad. Las actividades físicas mas recomendables son los ejercicios aeróbicos caminar, bici, nadar, etc, pero también lo puede combinar con el ejercicio de resistencia muscular. El entrenamiento de fuerza-resistencia puede ser seguro y efectivo si no existen complicaciones y el programa se diseña de forma individual.
En el niño, parece ser que el tipo de actividad física que pueda integrarse en su estilo de vida (participar en algún deporte del colegio, fitness, etc) aumenta la adherencia al ejercicio físico; y en el adulto, parece ser que el tipo de actividad física que pueda realizarse en casa mejora la adherencia al ejercicio físico.
Intensidad de la actividad física. En este sentido la palabra clave se llama individualización. Hay que olvidarse de los programas de entrenamiento de los amigos. Cada persona tiene una condición física diferente y la intensidad que es recomendable para una persona puede resultar contraproducente para otra. Por tanto, lo más aconsejable será pedir el servicio profesional de un Personal Trainer.
Fuente: Fitness Sergio Llull