ENZIMAS Y LEUCOCITOSIS DIGESTIVA. LOS FERMENTOS

¿Pero qué son las en­zimas? El cocinado puede destruirte del 40 al 80 por cien de las proteínas aprovechables en la mayor parte de los ali­mentos, pero a esto hay que sumar que la mayor parte de los alimentos cocinados penetran en el estómago a tempe­raturas de más de 40º C, y este calor destruye algunas de las enzimas gástricas necesarias para la digestión. Por si fuera poco, los líquidos ingeridos en una comida retrasan también la digestión de las proteínas, reduciendo la con­centración de jugos gástricos. El hecho de servir alimentos proteínicos en la misma comida acompañados de otros ali­mentos incompatibles como grasas, dulces, almidones o féculas, inhibe todavía más la digestión a causa de que cada uno de estos alimentos necesita diferentes jugos gás­tricos y enzimas para su asimilación. Cuando se ha inge­rido una gran cantidad de alimentos en una comida, muchos de estos no son digeridos sino que se descomponen en el interior del tubo digestivo…La “leucocitosis” digestiva ( el aumento excesivo de corpúsculos blancos en la sangre ) es la mayor prueba de que solo el alimento crudo es perfecto para el ser humano.
Kouchakoff demostró que el alimento crudo, en su forma natural, no cocinado no origina leucocitosis y que el alimento cocinado es la causa del excesivo aumento de glóbulos blancos en la sangre.
Los corpúsculos blancos son la defensa del organismo “orgánica” de la sangre que previene la infección y la intoxicación de la misma. En cualquier estado patológico, incluyendo la intoxicación del sistema digestivo por medio de alimentos cocinados u otros materiales tóxicos, estas células blancas aumentan de 5 a 6.000 por milímetro cú­bico a 7, 8 o 9.000 por milímetro cúbico. El doctor Koucha­koff descubrió que se podían dividir sus hallazgos en cua­tro grupos distintos, según su reacción en la sangre:
1-Un alimento crudo no produce incremento en cé­lulas blancas.
2-Alimentos corrientes cocinados producen la leucocitósis.
3-Alimentos cocinados a presión producen más grave leucocitósis que los alimentos cocinados sin presión.
4-Los alimentos manufacturados son los más dañinos tales como el vino, el vinagre, azúcar blanca, jamón.
Kouchakoff no era vegetariano. Con todo, sus descubrimientos mostraron que, para evitar la leucocitósis, la carne fresca debería ser ingerida cruda, cosa que es desa­gradable para el ser humano. La carne preparada o proce­sada, cocinada, ahumada o salada, producía las reacciones más violentas equivalentes al grado de leucocitósis ( incremento de células blancas ) puesto de manifiesto en un envenenamiento. Este descubrimien­to de la incrementada actividad de mu­chos de éstos no son digeridos sino que se descomponen en el interior del tubo digestivo…
¡Todo alimento que no se digiere a la perfección se transforma en un veneno!
El Dr. Bircher Benner escribió a propósito de las en­zimas:
“Conocemos casos de enfermos aquejados de una incapacidad digestiva tan radical que de no ser ali­mentados intravenosamente estaban condenados a la inanición, y que han podido salvarse nutriéndose gra­cias a un régimen de alimentos crudos triturados y sus jugos, que casi se digerían por sí mismos, hasta el punto de ser absorbidos y utilizados fácilmente. Como el régimen crudo contribuye al mismo tiempo a la regeneración de las mucosas y las glándulas di­gestivas, esos enfermos han podido encontrar su sa­lud sin apenas otro tipo de intervención.”
Las enzimas de los alimentos crudos, por ser muy ávi­das de oxígeno, lo absorben en el canal intestinal, creando así un medio anaerobio esencial para la prosperidad de una flora intestinal simbiótica y sana. Por otro lado la instauración de la bacteria, favorecida por los comestibles cocinados, ocasiona numerosos trastornos, pues, por ejemplo, las bacterias patológicas consumen para sus propias necesidades hasta más de treinta veces las calorías que necesitan las bacterias simbióticas ( estudia el modo de corregir la disbacteria con el sauerkraut” )
«La experiencia más emocionante que yo recuerdo fue ver cómo células cancerígenas se desarrollaban con vigor en alimentos cocinados, pero se mostraban incapaces de sobrevivir al mismo alimento cuando éste no estaba cocinado».
Son demasiado numerosos los experimentos que de­muestran que la cocción de nuestros alimentos destruye el verdadero valor nutricional de éstos y luego destruye al que los consume como para cerrar los ojos ante la reali­dad: incluso se ha intentado criar terneros con solo leche pasteurizada y fue un desastre total, puesto que los ani­males se volvían anémicos muy rápidamente, mientras que los otros terneros testigos se encontraban de maravilla con leche cruda del mismo origen.
El Dr. O. Stiner y otros investigadores en Estados Uni­dos alimentando exclusivamente con alimentos cocidos o refinados obtuvieron en conejillos dientes tan blandos que pudieron ser cortados con tijeras, como asimismo varias enfermedades mortales y hasta degeneraciones cancerosas.
Podríamos seguir citando cientos de estos horribles y mostruosos experimentos, pero creo que éstos serán sufi­cientes. Sólo quiero que no creas que tú puedes ser dis­tinto a esos inocentes animales y en consecuencia puedas escapar a los efectos de una mala dieta. Estos resultados se han obtenido igualmente en el ser humano.
Así por ejemplo fue demostrado que los factores necesarios para la formación de sangre de calidad se hallan ausentes en los alimentos cocinados. El Dr. Koratsune, investigador ja­ponés, observó en 1951 que mientras comía arroz integral no cocinado y rábanos crudos, espinacas, col rizada y pa­tatas crudas gozaba de una excelente calidad de sangre, aun cuando la dieta resultaba demasiado monótona y po­bre en proteínas y calorías. Sin embargo, tan pronto como se alimentaba con la misma cantidad de alimentos vege­tarianos cocinados comenzó a experimentar síntomas de edema y anemia… pero a nosotros higienistas no nos ha­cen falta tales experimentos para saber cuál es el camino correcto para la salud y la vitalidad. Nos basta con ver cómo mejoran, se revitalizan y regeneran aquellos enfer­mos que deciden dejar de destruirse a sí mismos con una pésima dieta y adoptan la dieta higienista ortotrófica.
Nunca comas nada cocinado en cualquier forma sin acompañarlo del doble de alimento crudo. Y si tienes que escoger en alguna ocasión entre dos platos elige siempre el de crudo, vivo, y olvídate del cocinado, muerto.
La leucocitósis digestiva es la mayor prueba de que sólo el alimento crudo es perfecto para el ser humano
«Leucocitósis» es el nombre que la patología médica da al número excesivo de corpúsculos blancos en la sangre. Los médicos descubrieron este fenómeno en 1846 y Wirc­how lo clasificó «leucocitósis digestiva», como «normal», puesto que todo el mundo parecía sufrir de ella. Esto fue rechazado hace tres décadas por los descubrimientos de Paul Kouchakoff, M. D los fagocitos “los carroñeros de la sangre” después de ingerir alimentos cocinados o procesados, hacen claro el hecho del porqué SE OBTIE­NE UNA CURA RAPIDA DE LOS PADECIMIENTOS AGU­DOS Y CRONICOS CON UNA DIETA DE ALIMENTOS CRUDOS, por la simple reducción de la tremenda carga de sustancias tóxicas que la sangre tiene que soportar, junto con la gran economía de energía vital que tiene lugar.
Las temperaturas críticas a las cuales el alimento se convierte en “patológico”, produciendo síntomas de leucoci­tósis, varían de un alimento a otro. por ejemplo, las za­nahorias a 95º C; las patatas a 92º C; e inclusive el agua calen­tada sobre los 86º C.
Pero lo más importante es que Kouchakoff halló que una dieta de predominio en alimentos crudos compensaba los efectos adversos de pequeñas cantidades de alimentos cocinados, de tal manera que no producen la leucocitósis. La mayoría de las personas pueden tolerar una dieta a base de un 80 por cien de alimentos crudos naturales con un 20 por cien de alimentos cocinados, en forma de tu­bérculos al horno, pan dextrinado y cereales, etc., aunque con fines curativos y regenerativos es necesario e ineludi­ble adoptar una dieta totalmente crudívora el tiempo que sea necesario.
Las experiencias científicas del Dr. P. Kouchakoff de­mostraron que los alimentos cocinados por encima de los 100º C suscitaban la leucocitósis digestiva con multiplica­ción en la sangre del número de leucocitos (glóbulos blan­cos), únicamente porque consumir alimentos cocinados es anormal y antifisiológico, pero por suerte la leucocitósis es reversible en las horas siguientes. siempre que los ali­mentos no sean demasiado tóxicos.
Es importante que comprendas que TODO AUMENTO DE LA TASA DE LEU­COCITOS EN LA SANGRE INDICA UN ESTADO DE DE­FENSA CONTRA UN INVASOR, CONTRA UN VENENO O UN TOXICO.
Todo ocurre de hecho porque el alimento cocinado es recibido en el acto como un cuerpo extraño, y por lo tanto provoca una respuesta inmediata de los anticuerpos leu­cocitarios. En casos de comestibles verdaderamente tóxi­cos «los macrófagos» en primera línea de defensa tratan de absorber ( por fagocitosis) las moléculas peligrosas como si se tratase de microbios o virus. Los linfocitos intervie­nen después para el transporte de los elementos nutritivos recuperables, su oxidación, su utilización por el metabo­lismo y su eliminación final.
Estos hechos han sido ex­puestos con maestría por el Dr. Henry G. Bieler en su li­bro «Food is your best medicine» ( Los alimentos son tu mejor medicina ) publicado en 1.966 en los EE.UU., en él el doctor Bieler hace referencia a los primeros trabajos del doctor William Baumont, del siglo pasado, cuyo libro es muy difícil de encontrar, y expone sus propias investi­gaciones publicadas en diciembre de 1.928 en el «Journal of Laboratory and Clinical Medicine».
Tanto la tesis del doctor Bieler como la del doctor Kouchakoff no han sido nunca refutadas. Según el doctor Bieler, al momento de la digestión de los alimentos, los linfocitos son enviados en el circuito linfático desde el bazo, hacia el intestino delgado donde se efectúa el pasaje de los elementos útiles hacia los circuitos de distribución a los tejidos. Estos pe­queños linfocitos ( por oposición a los grandes linfocitos del timo ) transportan los elementos nutritivos por el ca­nal torácico hasta el nivel del cuello donde están vertidos en la vena subclavia, precisamente por encima del punto donde los productos de secreción de la glándula tiroides son vertidos en la misma vena. Los aminoácidos reciben entonces un átomo de yodo que les permite ser reconocidos por las células como asimilables y utilizables para su crecimiento y reproducción como los ladrillos de construcción para las propias proteínas del organismo.
Los lin­focitos transportadores pueden atravesar paredes capilares o de tejidos por el fenómeno denominado “diapédesis amibioide”, por el cual se introducen entre las membranas de las células sin romperlas.
Por este procedimiento, donde el leucocito actúa como una ameba independiente, se puede explicar cómo gruesas moléculas tal como la clorofila, pueden ser pilotadas a través de las mucosas del sistema digestivo y volver a en­contrarse rápidamente en la circulación. Después de haber cumplido su misión de transporte de los alimentos hacia las células, los linfocitos vuelven al bazo, donde son desin­tegrados o devueltos hacia las vellosidades del intestino para un nuevo ciclo de trabajo. Los linfocitos, además son normalmente puestos a contribución en períodos de crecimiento ( la linfocitosis infantil ) y en caso de heridas de tejidos. El doctor Bieler estima que la saturación de los linfocitos ( en aminoácidos a transportar y en yodo conco­mitante de reconocimiento ), puede conducir a un desorden inmunológico tal que las células no puedan ejercer el rechazo y se multiplican proliferando, por lo que se llega al cáncer. Las investigaciones sobre los marcadores ( H. L. A.. por ejemplo ) permitirán quizás explicar el fenómeno. Pero parece cierto que la leucocitósis y la linfocitósis digestiva sean solamente respuestas de orden inmunitario (de defensa) a la invasión periódica del organismo por sustancias químicas extrañas.
Las experiencias del doctor Kouchakoff sobre la leucocitósis digestiva ilustran sobre todo la influencia de una DEGRADACION TERMICA por la cocción de los cuerpos químicos introducidos en el organismo, y que les acerca así hacia el estado de sustancias minerales inorgánicas, de toxinas y de sustancias muertas. No se debe olvidar que la diferencia entre materia orgánica y mineral radica solamente, no en la fórmula molecular, sino en la disposición arquitectónica de los átomos en las moléculas, lo que es puesto en evidencia por estereoquímica:
Las moléculas or­gánicas desvían la luz polarizada en una dirección dife­rente de las moléculas minerales. Esta diferencia puede parecer a primera vista muy sutil, pero no por ello es menos importante, pues es de hecho la que separa la vida de la muerte. Como lo escribe el Dr. Mc Kim Marriot en “Recent Advances in Chemistry in Relation to Medical Prac­tice”: “la diferencia química entre la vida y la muerte es más pequeña que la diferencia entre el agua del grifo y el agua destilada”
Donders ( tesis de Syrenski ) observó el primero en 1.846 un aumento del número de leucocitos después de una co­mida. En 1.859 Virchow dio a este fenómeno el nombre de “leucocitósis fisiológica digestiva”, estimando que era nor­mal. En 1.876, Grancher ( Gaz. Méd., París, 27 ) demuestra que se trata de un fenómeno puramente individual, que no ocurre siempre. En 1.878, Dupérié muestra en su tesis que la leucocitósis es particularmente pronunciada des­pués de la ingestión de leche. Hoffmeister, en 1.889, mues­tra que los linfocitos transforman en albúminas las pep­tonas producidas por la digestión y las distribuyen al organismo; pero que, después de una comida rica en pro­teínas, hay un aumento considerable de leucocitos en las paredes del intestino.
La tesis del doctor Kouchakoff dice que si la naturaleza aseguraba al hombre primitivo todo lo que era necesario a su salud, hoy en día consumimos cada vez más productos concentrados, preparados industrialmente y completamen­te modificados bioquímicamente, sin preocuparnos de su modo de asimilación.
El “citodiagnóstico” del doctor Kouchakoff ha sido desarrollado para tratar de medir, según las variaciones cuantitativas ( número de glóbulos ) y cuali­tativas ( fórmulas leucocitarias ), la influencia de los alimen­tos cocidos sobre el organismo humano.
CON ALIMENTOS CRUDOS Y NATURALES NINGUNA VARIACION NOTABLE OCURRE, NI EN EL NUMERO NI EN LA REPARTICION DE LOS GLOBULOS BLANCOS !
Esta constancia sanguínea por la alimentación cruda ha sido verificada para las frutas, las hortalizas, los cereales germinados, la miel cruda, la leche cruda y el yogourt, los huevos frescos, la carne cruda y el agua.
Por el con­trario un alimento cocido provoca una reacción violenta y duradera. Este primer resultado fue afinado por contro­les sobre la temperatura de cocción: se constata que toda temperatura superior a la de la ebullición del agua ( 100º C según la altutid o presión atmosférica ) basta para desen­cadenar la reacción de hiperleucocitosis.
Calentado al baño María ( hasta 87º C ) ningún alimento sano provoca un fenómeno leucocitario, lo que no quiere decir que sea todavía perfecto puesto que sí habrá un detrimento de las enzimas, vitaminas, etc.
Aunque las enzimas sean des­truidas a partir de los 60º C aproximadamente, la materia orgánica conserva algunas propiedades que, según el aná­lisis efectuado por el organismo, le permite ser digerida sin movilización leucocitaria general. Parece no obstante que desde la temperatura específica máxima tal como Kouchakoff la ha medido, el alimento está “muerto”, es decir, degradado de su estado orgánico al de mineral.
Las temperaturas críticas de los alimentos varían pues en un intervalo de 10º C, el elemento más sensible (87º C) el agua seguido por la leche y los huevos ( 88º C ), mientras que por ejemplo zanahorias, melones y nueces resisten hasta 97º C. Hemos de considerar que la mezcla de alimentos cru­dos con alimentos cocidos permite disminuir en general la reacción leucocitaria.
PERO SI LOS ALIMENTOS HAN SIDO CALENTADOS BAJO UNA PRESION SUPERIOR A LA PRESION AT­MOSFERICA ( OLLAS A PRESION ) YA NO PUEDEN SER CORREGIDOS POR LOS PRODUCTOS CRUDOS
El jugo de un alimento crudo no puede corregir la ac­ción leucocitaria de un alimento cocido. Ciertas bacterias no percibidas como patógenas por el organismo y que se multiplican en un alimento previamente cocido pueden “reanimarlo” y hacerle perder así su propiedad leucocita­ria: es el caso del yogourt y ciertos quesos
La conclusión del doctor Kouchakoff es que la modifica­ción de la fórmula sanguínea ( cuantitativa y cualitativa­mente ) observada después de cada comida cocida debe ser considerada como un fenómeno patológico. Esto demuestra que el organismo entra en situación de defensa y de combate porque estas sustancias muertas no pueden ser normalmente asimiladas.
La for­mación de residuos tóxicos a eliminar por el hígado, o, si el caso lo requiere, por el vómito, la diarrea o una fiebre de oxidación.
El reconocimiento y el rechazo de los elementos extraños al organismo es muy rápido, como en el caso de todo veneno: basta con esperar tres o cinco minutos para cons­tatar clínicamente la leucocitosis. No se trata por consi­guiente de una formación de leucocitos, sino de una “movi­lización casi inmediata» de todos los que se encuentran repartidos en los tejidos a la espera de alguna eventual agresión. Imaginar lo que supone para el organismo luchar esta batalla contra el alimento muerto varias veces al día en el interior de nuestro sistema como campo de batalla… una vez llegado a este punto el doctor Kouchakoff conti­nuó con sus experiencias, y el único modo de hacerlo era aplicar a la dieta estos principios.
TODOS LOS EXAME­NES MORFOLOGICOS DE LA SANGRE HAN MOSTRADO DESPUES DE UN REGIMEN CRUDO UNA NETA TENDENCIA HACIA LA NORMALIZACION
LO QUE SI ES IMPORTATE ES QUE SIEMPRE SE CONSUMA EL DOBLE DE ALIMEN­TO CRUDO QUE DE COCINADO EN CADA COMIDA, esto compensa la leucocitosis pero no obstante no excluye otras degradaciones del alimento, como las pérdidas enzimáticas y vitamínicas, no reveladas por el citodiagnóstico del doc­tor Kouchakoff
Como curiosidad apuntaremos que la cocción es más sana a 1.500 metros de altitud porque el agua hierve a 95º C. Es importante estar advertidos del peligro de los utensi­lios de cocina como los de barro esmaltados con plomo y los de aluminio. Este último es fuertemente atacado por los productos alimenticios y puede acarrear graves intoxicaciones lentas del organismo ( Spina, THE CLINI­CAL ASPECT OF CHRONIC POISONING BY ALUMINIUM AND ITS ALLOYS, London, 1.933; Pfeiffer, L’EQUILIBRE PSYCHOBIOLOGIQUE ET OLIGO-ALIMENTS, Debard, Pa­rís, 1.982 ).
Tampoco se deben dejar las comidas cocinadas sobrantes para una comida posterior. El pan debe ser integral y elaborado con levadura natural. La mantequilla debe ser cruda. Los huevos deben ser fér­tiles y lo más frescos posible, lo ideal es ingerirlos crudos o ligeramente pasados por agua, o en todo caso duros o en tortilla pero nunca jamás fritos. Los aceites deben ser prensados en frío y sin refinar. La miel también debe ser cruda.
Lo más importante es ingerir siempre el do­ble de vegetales o frutas crudos que de alimentos cocina­dos. El doctor Kouchakoff aconsejaba a aquellos que no podían hacer la dieta a la perfección el hacer al menos una comida al día sin leucocitosis, es decir, totalmente cruda, con el fin de dejar al cuerpo un reposo leucocitario de 12 a 16 horas por día.
La terapia de las vitaminas. Las vitaminas son las grandes víctimas de los proce­sos artificiales a los que sometemos nuestros alimentos. La gran pérdida de vi­taminas que sufren nuestros alimentos es una de las cau­sas básicas de enfermedad carencial. Las vitaminas son nuestro principal agente defensivo contra ta contaminación ambiental, y sin embargo en un medio tan contaminado como el que nos ha tocado vivir esto no sólo es ignorado y descuidado sino que además se hace todo lo posible para destruir esas vitaminas
En un medio ambiente natural y libre de contaminación, stress y hábitos nocivos como el fumar, las necesidades naturales de vitaminas en nuestro organismo son mucho menores que cuando estos factores actúan. En realidad estos factores artificiales aumentan enormemente nuestros requerimientos de vitaminas, más allá de lo previsto por la naturaleza en unas condiciones normales y biológicas de vida.
Debemos tener siempre presente que los nutrientes disminuyen durante el período de almacenamiento y de transporte. La exposición a la luz y al calor disgrega las sensibles moléculas de las vitaminas; de hecho, las destruyen y no es posible regenerarlas. Las vitaminas antioxidantes, especialmente la E, se destruyen en contacto con el oxígeno del aire. Algunos nutrientes son volátiles y se evaporan durante un secado normal.
Los alimentos como germinados de semillas y aceite de germen de trigo deben se utilizados como suplemento natural. Muchos de los contaminantes como por ejemplo los utilizados en la agricultura, sólo pueden ser neutralizados con dosis de vitamina C cientos de veces más altas de lo que calculó la natura­leza cuando aún evolucionábamos en un paraíso no contaminado, así que algunos alimentos como los germinados de brotes de alfalfa, cítricos, piña, y otros muy ricos en este nutriente tienen que estar a diario presentes en nues­tra dieta.
Como ejemplo tenemos que los guisantes verdes pier­den, al ser cocinados, un 56 por ciento de sus vitaminas al llegar el momento en que se sirven a la mesa, pero los enlatados pierden un 94 por ciento y los congelados un 83 por ciento… de aquí la importancia de no dejarse en­gañar por la industria y consumir los alimentos lo más frescos y naturales posible.
CONSU­ME SIEMPRE FRUTAS Y VEGETALES PROPIOS DE CADA ESTACION. Quien consume frutas fuera de la es­tación está consumiendo alimentos que de seguro han sido sometidos a procesos de conservación (como cámaras de gases, etc.), y cuyo nivel vitamínico y radiovital es mí­nimo.
En contra de lo que a menudo se nos quiere hacer creer: los alimentos congelados siguen perdiendo nutrien­tes. Aún así el congelado, debidamente efectuado es la mejor forma de conservación a la que podemos acudir en caso de necesidad. A 0º F, más de un 50 por ciento de la vitamina C puede perderse en algunas hortalizas conge1adas en poco más de seis meses e incluso a bajo 5º F puede perderse un 20 por ciento de la misma vitamina C a lo largo del mismo período de tiempo.
La mayor pérdida de nutrientes y especialmente de vitaminas está presente en los alimentos refinados como el pan, el arroz blanco, el azúcar, etc. En general los alimentos sometidos a procesos de manipulación industrial pierden como mínimo un 40 por ciento de la vitamina A, un 30 a 100 por ciento de la vitamina C, un 80 por ciento del complejo B y un 55 por ciento de la vitamina E. A esto hay que sumarle los hábitos nocivos y el consumo de ladrones de vitaminas, todo lo cual contribuye a que la deficiencia nutricional sea la regla general y no la excepción en el ciudadano medio.
Como preparar los alimentos y nutrirse conservando al máximo los nutrientes:
1- Comer tantos alimentos crudos y frescos como sea posible: Como mínimo un 75 a 80 por ciento de la dieta debe consistir en alimentos crudos. Semillas germinadas y jugos licuados de frutas y vegetales son la mejor forma de aumentar nuestra ingestión de vitaminas.
2- Consumir grasas de buena calidad, puesto que mu­chos vegetarianos guiados por un erróneo concepto de que “las grasas son malas”, apenas las consumen por lo que acaban sufriendo de deficiencias en vitaminas liposolubles ( es decir, de vitaminas que vienen disueltas en las grasas ). Las mejores grasas para la dieta higienista ricas en vita­minas liposolubles son el aceite de oliva y el aceite de ger­men de trigo, aguacates, aceitunas y semillas oleaginosas como las nueces, almendras, pistachos, cacahuetes, sésamo, etc.
3- Adquirir cantidades reducidas de los alimentos para evitar pérdidas debidas al almacenamiento.
4- No dejes nunca los vegetales en remojo mucho rato “máximo 5 minutos” para su limpieza. Nunca trocees, peles, cortes ni desprendas del rabo ( como las fresas por ejemplo ) antes de lavar tus alimentos. Siempre debes limpiarlos concienzudamente primero y cortarlos después.
5- Nunca trocees una ensalada ni frutas con horas de antelación ( como máximo 15 minutos antes de comerlas ).
Frutas como el melón se tornan indigestas si se preparan así y tienden a fermentar en el tubo digestivo. Tampoco utilices los restos de una comida cruda para la siguiente. Todo debe consumirse al instante.
6- Jugos de frutas y vegetales no deben de demorarse más de 5 minutos entre su licuado y su consumo. Algunos ( como el de rábano, por ejemplo) están completamente oxidados tras diez minutos de ser licuados. Nunca utilices jugos en conserva. La licuadora es la mejor inversión que se puede hacer en la cocina para nuestra salud.
7- Emplea poca agua o el mínimo posible y devolverla a la comida o beberla aparte para no desperdiciar los mi­nerales y algunas vitaminas solubles. NO BEBAS NI CO­CINES CON AGUA DEL GRIFO, el cloro antagoniza con la vitamina E. Utiliza agua destilada. Recuerda que la peor forma de cocinar es la fritura, pues es la más tóxica y la que más destruye y degrada las proteínas, grasas y vita­minas.
8- Cocinar lentamente y a baja temperatura.
9- Mantener los alimentos lo más fríos posible mien­tras están almacenados ( frigorífico ).
10- Cocer las patatas sin mondar y dejar las habas y los guisantes en su vaina hasta el momento de la coción.
11- No dejes los alimentos expuestos a la luz ni al sol. Por ejemplo los lácteos pierden la riboflavina ( B2 ) a los 10 minutos. Igual proceso ocurre con la miel y otros ali­mentos. Unicamente los germinados son una excepción: ¡Ellos se enriquecen con la luz solar!
12- Evita los “antivitaminas” como el alcohol ( uno de los mayores ladrones ), café y té, tabaco ( un cigarrillo te roba 25 mg de vitamina C ), azúcar blanca ( el mayor ladrón de vitamina B1 ), estrógenos, sulfamidas y muchos otros me­dicamentos, abuso de televisión ( vitamina A ) y en general todos los hábitos nocivos.
Acidosis – alcalinidad
PH ACIDO – ALCALINO
Se necesitan muchos minerales alcalinos para neutralizar los desperdicios ácidos y derivados del metabolismo del azúcar común, grasas, almidones y dietas de alta concentración proteíni­ca. Cuanto más alta sea la ingestión de fósforo, más calcio necesitaremos. La carne y los granos de cereal son muy ricos en fósforo, y con una dieta en donde éstos sean la base, sin el suficiente calcio proveniente del yogurt y del queso, de la semilla de sésamo, de las almendras, del pe­rejil, de las hojas ( parte aérea ) de la zanahoria, del sauerkraut, etc., o de frutas frescas como los higos frescos, los dátiles secos, las uvas, etc., el cuerpo enfermaría y moriría a causa de la acidosis.
Sólo una dieta vegetariana, pero escasa en proteínas y almidones, sumi­nistra justamente la alcalinidad necesaria para neutralizar los residuos ácidos del metabolismo
Además de la dieta los mejores medios para el metabolismo del calcio y la alcalinización del torrente sanguíneo son el aire puro res­pirado intensamente y los baños de sol. Los vegetarianos que todavía mantienen una dieta alta en minerales inor­gánicos, procedentes de la degradación de los mismos du­rante el cocinado, las aguas duras minerales o del grifo, y los polvos o pastillitas de minerales comerciales, espe­cialmente calcio y magnesio, hierro y otros, pueden a ve­ces generar una artritis por acumulación excesiva de mi­nerales inorgánicos en los tejidos o una arteriosclerosis a una edad temprana. Cálculos en los riñones y biliares son el resultado de una ingestión elevada de minerales inorgá­nicos. Así pues ni vitaminas sintéticas ni minerales inorgá­nicos son necesarios, sino todo lo contrario, para una per­fecta salud.
La solución auténtica al problema de las dietas es la limpieza de todo el cuerpo. Esto incrementa la permeabili­dad de las paredes del cuerpo, piel y células, permitiendo de esta forma un transporte fácil de nutrientes. Un indi­viduo desintoxicado puede comer muy poco de alimentos muy simples, tales como semillas germinadas y fruta, hor­talizas, etc., y mantener al mismo tiempo una salud exce­lente, fuerza y agudeza mental.
Recuerda que las vitaminas no las ha inventado nadie, sino que ellas tan sólo han sido descubiertas, pues el único laboratorio que realmente sabe hacer buenas y perfectas vitaminas es el que viene hacién­dolo desde hace millares de años: la naturaleza.
No hay curas milagrosas… excepto las curas milagrosas que efectúa la naturaleza
Aquí está la Gran Ley de la Compensación. No puedes obtener algo sin hacer nada. La Salud, y hablo de la Salud más elevada que se puede imaginar se tiene que ganar…
NADIE PUEDE CURARTE… NADIE PUEDE ALEJAR TU DOLENCIA. La Salud trabaja con esta gran ley de com­pensación: CONSTRUIR SALUD REQUIERE DISCIPLINA INDIVIDUAL. Tu mente y cerebro tienen que hacerse car­go del cuidado de tu cuerpo. Solamente una mente torpe puede llevar cualquier cosa a tu boca y tragarlo.
Solamente una mente clara, despierta, inteligente y ra­zonable supervisará cuidadosamente lo que se pone en el estómago…
RECUERDA QUE LO QUE COMES HOY MA­ÑANA ANDARÁ Y HABLARÁ
El cuerpo humano es un instrumento poderoso y pue­de soportar años y años de malos tratos y castigos crueles. Esta situación puede soportarse hasta el límite, pero entonces viene el día del ajuste de cuentas…. el cuerpo hu­mano llega al tope de su capacidad para ser cargado con comestibles no nutritivos que producen sangre sucia. Es entonces cuando uno pasa a ser víctima en lugar de verdu­go de sí mismo, es la hora del estallido de la enfermedad con toda su fuerza, dolor, angustia y tragedia…. cataratas que te ciegan o te hacen borrosa la vista…. artritis que endurecen, lesionan y retuercen los huesos…. , las orejas en­sordecen…. las varices atacan las piernas y las deforman horriblemente…. úlceras se forman en el estómago y los intestinos… hemorroides atacan el recto.… éstas son so­lamente algunas de las 4.000 enfermedades que pueden ha­cer de la vida un infierno. Estas cosas trágicas no pasan porque si,…. son otra vez la ley de la compensación.
LA ENFERMEDAD NO ES UN LADRON QUE EN LA NOCHE TE ASALTA…. TU Y NA­DIE MAS QUE TU HAS CREADO LA HORRIBLE CONDI­CION QUE TE ESTA ATORMENTANDO A TODA HORA. Tú tienes que decidir que camino vas a tomar
No debemos obstruir los canales del cuerpo humano. Nuestro cuerpo es realmente un gran sistema de cañe­rias… estamos hechos de pequeños canales, como los ca­pilares sanguíneos, canales medianos como las venas y ar­terias y canales grandes como el tubo gastrointestinal y el aparato respiratorio. A través del canal gastrointestinal, desde la boca hasta el recto, fluye el alimento y bebida que tomamos
Hay un gran sistema muscular dentro del tubo diges­tivo que mueve el alimento y lo hace avanzar a través del mismo. Para mantener esta acción muscular eficiente, y así evitar el tan temible estreñimiento, de nada sirve el utili­zar purgantes, laxantes y otros remedios igual de inútiles. El estreñimiento es la causa básica de numerosas condi­ciones malignas, y aunque habitualmente no se le presta la atención que merece resulta imposible gozar de buena salud si a la vez se está estreñido.
Imagina por un momento el beneficio que esas heces retenidas durante días van a aportar a tu organismo… para evitar esa fuente de toxemia es importante que te sometas al siguiente programa:
1. Acostúmbrate a defecar siempre a las mismas horas de modo que el organismo se acostumbre a este reflejo condicionado. Siempre que te sea posible defeca en cu­clillas.
2. Practica la cultura abdominal. La gimnasia abdo­minal es en ocasiones el único remedio para muchos pro­blemas de abdomen puesto que por muy perfecta que sea tu dieta, los alimentos no pueden tonificar la musculatura de tu vientre. Sólo el ejercicio puede hacer esto.
3. El alimento que ingerimos tiene que contener una alta proporción de fibras ( para dar masa al bolo fecal ), humedad y lubrificación. Esto nos lo suministran los vege­tales crudos, y dentro de éstos ninguno nos avuda a co­rregir el estreñimiento como lo hace la col fermentada ( Sauerkraut ), además ingiere zanahorias y remolacha roja rallada, apio y muchos otros más. Hay otros vegetales que cocinados ligeramente también ayudan mucho a corre­gir esta condición, tal es el caso del calabacín y la cala­baza. En realidad todos los vegetales crudos contribuyen en mayor o menor grado a reforzar la correcta función del tubo digestivo. Es por esto que a los vegetales crudos y a las frutas se les llaman “la escoba de la naturaleza”. Son absolutamente necesarios los cuidados sobre la per­fecta eliminación intestinal si quieres disfrutar de una sa­lud superior.

Obstrucción del sistema de conductos humanos

Yo comparto la opinión de Bragg y de Ehret de que cualquier enfermedad, no importa cómo se llame científi­camente, es básicamente obstrucción del sistema de con­ductos humanos.
Cualquier síntoma localizado es por eso solamente una obstrucción local por los venenos tóxicos en este punto en particular. Cualquier parte del sistema de conductos cir­culatorios puede obstruirse.

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