La atención sobre el lenguaje corporal va disminuyendo con el gradual dominio que el niño va adquiriendo del lenguaje verbal. Y la tendencia actual a la intelectualización temprana acentúa aún más esta pérdida de contacto con el cuerpo y sus procesos. Sin embargo, hay una gran cantidad de información en la comunicación que se transmite a través del cuerpo, y esta desconexión con el propio cuerpo y los otros hace que la comunicación se dificulte: “No me entiendo y no entiendo el mundo que me rodea”
Ofrecer un espacio donde el cuerpo sigue siendo importante para conocerse y conocer a los otros favorece que el niño lo siga utilizando como recurso en sus procesos de crecimiento, relación y comunicación.
Las sesiones de yoga en familia ayudan al adulto a recuperar esta capacidad innata en el ser humano, ya que tendrá que utilizarla en las dinámicas propuestas y descubrirá que goza con ella.
Estar inmerso en un ambiente de disfrute donde el adulto se relaciona a través del cuerpo, ayuda al niño a tomar conciencia de que los códigos de comunicación no verbal siguen siendo una vía de relación con el mundo adulto que les rodea. Es decir, la práctica del yoga en familia crea un entorno que favorece que el niño mantenga la conexión con su cuerpo y con los demás.
Compartir un espacio donde ponemos la práctica corporal al servicio del autoconocimiento y la relación nos ayuda a crear un entorno seguro, relajado y abierto a la evolución.
Tere Puig