Elevar la espalda: Cuando nos encontramos acostados boca arriba con las rodillas flexionadas, deberíamos ser capaces de colocar los dedos de las manos debajo del espacio que se forma en la parte inferior de la espalda. Mantener la curva natural de nuestra espalda nos permite entrenar los abdominales sin estresar la columna.
En lugar de tratar de llevar el ombligo hacia el suelo, el movimiento que debemos realizar es de llevar los abdominales hacia abajo cuando realizamos el movimiento. La tensión y el arqueo de la espalda se deben mantener durante el ejercicio.
Peso sí, repeticiones no: Nuestros abdominales son igual que nuestros bíceps, o cualquier otro músculo del cuerpo. Para aumentar su fuerza y tonificarlos, no necesitamos cientos de repeticiones, sino que en lugar de aumentar la cantidad de veces que repetimos un ejercicio, podemos probar sostener un pero detrás de nuestra cabeza o sobre nuestro pecho y hacer sets de no más de 15 repeticiones, añadiendo más peso si notamos que podemos realizar más de 15 repeticiones. Lo ideal es llegar a nuestro número elegido sintiendo que no podemos ejercitar más.
Lentitud: Obtendremos el cuerpo que queremos más rápidamente haciendo 10 repeticiones lentas que haciendo 20 rápidas. Movernos lentamente (Contando hasta tres al subir y hasta tres al bajar) nos permite utilizar movimientos más precisos, lo que estimula los músculos mucho mejor y aumenta mucho más la fuerza. Mientras más rápido vayamos, es más probable que utilicemos envión para aprovechar el movimiento. Al llegar a 15 repeticiones deberíamos sentir siempre los músculos cansados.
Fuente: Fisicoculturismo y Fitness