Actividad física durante el embarazo



Muchas madres tienen miedo de moverse durante el embarazo, y es muy favorable que la mujer embarazada realice ejercicio físico a intensidad moderada, porque ayuda a mantener controlada la postura y la subida de peso; mejora la circulación de retorno, por lo que disminuye el riesgo de varices y regula la presión arterial; mantiene una buena capacidad motriz; fortalece la musculatura evitando problemas lumbares; y aumenta las defensas, evitando enfermedades, además de mantener un buen estado de ánimo y autoestima; y llegado el parto facilita mucho el proceso, disminuyendo el tiempo de trabajo, las intervenciones obstétricas; y la recuperación después del parto es más rápida. Es importante detener el ejercicio físico si aparece alguna de las siguientes afecciones: cefaleas o mareos, dolor en el pecho, fatiga, disminución de movimientos fetales, sangrado vaginal de cualquier intensidad, debilidad muscular, contracciones uterinas dolorosas.
Lo más importante es fortalecer el suelo pélvico o periné con ejercicios adecuados, para evitar problemas causados por los cambios y el estrés al que se ven sometidos los órganos internos de esa zona en el embarazo, como por ejemplo la incontinencia urinaria; también se pueden realizar ejercicios aeróbicos de bajo impacto (caminar, trote suave, natación…), ejercicios de resistencia con poco peso (de 2kg a 5kg). Lo que no se debe es practicar ejercicios o actividades extenuantes, por la redistribución del flujo sanguíneo que se produce, disminuyendo la vascularización uterina, por lo que baja la aportación de oxigeno al bebé; ni actividades en las que se corra el riesgo de golpearse.
Hay que asesorarse con profesionales capacitados, pues está en juego la salud de la persona embarazada y del bebé, primero se debe asesorar con el médico personal, para que indique lo que se puede y no se puede hacer.

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