(4) Artículos de Joaquin G Weil: ¿ES EL YOGA PARA SERES PERFECTOS?

¿ES EL YOGA PARA SERES PERFECTOS?
Cuando B.K.S Iyengar, uno de los maestros de yoga más célebre del mundo, vino a Málaga a dar una conferencia, muchos esperábamos tal vez un alto discurso sobre las sublimidades o sutilezas del yoga. Pero él casi se limitó a hablar sobre el tabaco. Dijo: “Si queréis fumar, fumad aire puro”. Y luego añadió: “Pero si seguís fumando tabaco, al menos practicad yoga para que el fumar no os haga tanto daño”.
En ocasiones puede parecer que el yoga es para personas, sanas, serenas, sin vicios, vegetarianas, flexibles, fuertes y hasta hermosas. Y no digo esto como suposición sino según mis años de experiencia. Cuando enseñaba al final de una empinada escalera, en el ático de un viejo caserón del siglo XVII en el centro de Málaga, alguna vez sucedió que personas que subían a consultar me preguntaban si ellos, que tenían tal o cual supuesto impedimento, podían aprender yoga. Yo les respondía que el único requisito forzoso para aprender yoga en aquel lugar era poder subir las empinadas escaleras, que algunos principiantes subían casi sin resuello. Una vez incluso, una persona me telefoneó para decirme que quería aprender yoga pero que tenía “un problema”. Cuando le pregunté por la naturaleza del problema, me respondió que tenía cuarenta años. Yo le contesté que mi problema era algunos años más grave que el suyo.
Me parece óptimo que personas jóvenes, hermosas, inteligentes, flexibles y adornadas, en suma, con todo tipo de virtudes se inicien en el yoga. Sin duda les ayudará a fomentar sus cualidades, a conocerse mejor, a evolucionar física y espiritualmente, y a encontrar su destino o su lugar en este mundo. Sin embargo, es preciso aclarar que necesitamos un camino sobre todo porque no hemos llegado al final del mismo y todavía tenemos que recorrerlo. Muchas personas, gracias al yoga, han tenido la oportunidad de superar obstáculos, mejorar y desarrollarse como personas gracias al ejercicio decidido y constante.
B.K.S. Iyengar no dijo: “Quien fume no puede practicar yoga”. Sino que aconsejó: si fumas, al menos practica yoga.
Tal como yo lo entiendo, los yamas y los niyamas, o sea, las consignas higiénicas o éticas del sabio Patanjali (y cabría decir también las del budismo) no son coercitivas sino orientativas, o sea, es decir, no obligan sino que enseñan. Con todo, la prudencia siempre es necesaria. Por ejemplo, no veo ningún impedimento en que un fumador o bebedor practique asanas, quitando algunas invertidas. Pero no me parece aconsejable que un fumador practique pranayamas ni tampoco acepto que alguien con signos de haber bebido entre en la sala de prácticas. También suelo sugerir a los fumadores con humor, pero no en broma, que es aconsejable dejar un tiempo prudencial después de practicar, antes de encender el primer pitillo. Por lo menos dejar pasar uno o dos años.
La práctica del yoga es celosa. No admite la convivencia con hábitos poco saludables. Quien se ejercita con asiduidad y concentración no tarda en advertir y experimentar que las sustancias tóxicas y los alimentos pesados no combinan bien con la realización de las asanas o pranayamas. En nuestra mano está elegir lo mejor para nosotros.
La esencia de sabiduría de cada persona es idéntica, no importa el supuesto grado de evolución en que se encuentren.
Sé que quien recurre a los hábitos nocivos lo hace tal vez movido por cierta ansiedad o nerviosismo, en busca de un alivio que rara vez llega y, en cualquier caso, pronto pasa dejando lugar a males mayores. La práctica del yoga, por un lado, nos va trayendo poco a poco la tranquilidad, la claridad y el equilibrio que necesitamos. Por otra parte, nos aporta el bienestar de la salud. Y por fin, nos reconecta con nuestra intuición que nos dicta qué es lo que más nos beneficia y conviene. Nos da la fuerza para afrontar dificultades y desarrollar propósitos. No digo que funcione siempre, pero sí en muchos casos, y de cualquier modo ayuda. Conmigo, al menos, resultó.

Joaquín García Weil
http://yogasala.blogspot.com

Publicado en Agosto de 2010, en el en el nº 40 de la versión española de la Revista Yoga Journal.

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