Radicales Libres y Antioxidantes en el Deporte

ACTIVIDAD FISICA COMO PRODUCTORA DE RADICALES LIBRES
El ejercicio físico extenuante está asociado a un gran incremento del consumo de oxigeno tanto por todo el cuerpo como particularmente por el músculo esquelético. La mayoría del oxigeno consumido es utilizado en la mitocondria para la obtención de substratos metabólicos y la producción de ATP. Varios estudios han indicado la relación entre el ejercicio físico, el incremento del consumo de oxígeno y la producción de radicales libres.

La generación de estos radicales libres (ROS) es un proceso normal en la vida de los organismos aeróbicos. Bajo condiciones fisiológicas estas especies nocivas (los ROS) son la mayoría eliminadas por los sistemas celulares antioxidantes, que incluyen a las vitaminas antioxidantes, a las proteínas, tioles no proteicos y enzimas antioxidantes. Pero la capacidad de reserva antioxidante es en la mayoría de los tejidos más bien marginal ante ejercicio extenuante , ya que este supone, por el aumento de consumo de oxigeno, supone una competencia elevada contra los sistemas oxidante pudiéndose llegar al denominado estrés oxidativo (los sistemas antioxidantes se ven sobrepasados).
Al cabo de un tiempo realizando Actividad Física a suficiente intensidad parece que estimula la actividad de las enzimas antioxidantes. Esto puede ser considerado como un mecanismo de defensa celular contra el estrés oxidativo. De todas formas el ejercicio agudo prolongado puede causar temporalmente una reducción tisular de la cantidad de Vitamina E y un cambio del estatus de la glutation redox en varios tejidos del organismo. La deficiencia en nutrientes antioxidantes parece que impide la actuación de los sistemas antioxidantes y aumenta el estrés oxidativo inducido por el ejercicio y el daño tisular. El entrenamiento regular parece que induce la actividad de los enzimas antioxidantes y probablemente estimule los niveles de la Glutation (GSH). Recientes estudios sugieren que la suplementación con determinados nutrientes antioxidantes es necesaria para ejercicios vigorosos.
La información disponible sugiere que el ejercicio físico promueve un incremento en la generación de radicales libres. Sin embargo, pocos estudios en la actualidad han medido directamente la generación de radicales libres inducidos por la práctica de ejercicio, debido a la ausencia de metodologías sofisticadas para medir este fenómeno. En cambio otros estudios se basan en la medición de la peroxidación lipídica como el principal indicador de la generación de radicales libres inducidos por el ejercicio. Los radicales libres pueden además alterar e inactivar los complejos enzimáticos, dañar el DNA y el RNA, y provocar mutaciones y cáncer, además de efectos perjudiciales. Pero también hay que decir que las especies radicalarias pueden tener algunos efectos beneficiosos como partes de los sistemas inmunes de nuestro cuerpo. Pero es desconocido por el momento las cantidades y el tiempo que hay que suplementar con antioxidantes para conseguir este efecto beneficioso de la generación de radicales libres producto de la realización de ejercicio físico.

SINDROME DE SOBREENTRENAMIENTO

Un entrenamiento excesivo durante días o la participación en competiciones muy seguidas pueden ocasionar una reducción del sistema inmunológico. En ello pueden estar implicados los radicales libres. Hay estudios que muestran que la administración de antioxidantes reduce la incidencia y gravedad de las manifestaciones del sobre entrenamiento. Por ejemplo, en corredores de maratón, un suplemento diario de 250 mg de vitamina C rebaja la incidencia de infecciones del tracto respiratorio superior. En ciclistas, con 330 mg diarios de vitamina E, se reducían los problemas a consecuencia de un entrenamiento intensivo.
Una de las ventajas indudables de los antioxidantes en el deportista se refiere a la prevención y recuperación de lesiones. Es bien conocido el importante papel que juegan los radicales libres en el proceso de inflamación. Las sustancias liberadas por el tejido lesionado o por bacterias actúan sobre células de nuestro sistema inmunológico (macrófagos, neutrófilos) que tienen la capacidad de liberar radicales libres cuando se estimulan. Una dosis adecuada de antioxidantes contribuye a la recuperación de los procesos inflamatorios postraumáticos y es de gran utilidad en el alivio rápido de pequeñas lesiones.

VITAMINAS ANTIOXIDANTES Y ACTIVIDAD FISICA
La Vitamina E es un importante lípido soluble que actúa contra los desechos radicalarios. Esta localizado únicamente en la membrana celular, aumentando su eficiencia contra la creación de radicales libres originados en la membrana interna mitocondrial. Hay una pequeña duda sobre si la vitamina E es esencial para el funcionamiento normal celular durante el ejercicio. Davis et al, descubrieron que una deficiencia en vitamina E exacerba la producción de radicales libres en el músculo y en el hígado y aumenta la peroxidación lipídica y las disfunciones mitocondriales en ejercicios exhaustivos en ratas.
El músculo esquelético contiene aproximadamente de 30 a 50 mmol de vitamina E por gramo con diferencias considerables entre los diferentes tipos de fibra; mientras que la concentración de Vitamina e en el corazón y en el hígado es de 60 – 70 mmol por gramo. La concentración de Vitamina E parece ser que decreció en tejidos como el muscular esquelético, hígado y corazón en ratas después de un ejercicio de larga duración. Packer et al han recomendado que los humanos que poseen un estilo de vida activo deberían considerar su ingesta diaria de Vitamina E porque el ejercicio de larga duración disminuye las reservas de Vitamina E cuando los sujetos consumen una dieta normal.
Aunque el papel antioxidante de la Vitamina C esta claramente determinado, su importancia en la protección contra el estrés oxidativo inducido por el ejercicio no está clara. Se ha sugerido que la Vitamina C logra sus funciones mediante el reciclaje del radical libre producido por la actuación de esta para devolverlo a la forma original y nuevamente antioxidante de la Vitamina E.

ANTIOXIDANTES EN LA DIETA
Los vegetales también concentran diversos compuestos colorantes de los que se conoce su acción antioxidante. Son los flavonoides, un grupo complejo de sustancias que incluye a los flavonoles, los antocianidoles y las flavonas, colorantes naturales que constituyen el grupo más importante de la familia de los polifenoles, muy presentes en el mundo vegetal. Se ha demostrado que son factor protector del sistema cardiovascular. Además, activan las enzimas glutation peroxidasa y catalasa, antioxidantes presentes de forma natural en nuestro organismo. Están presentes en la familia de las coles, las verduras de hoja verde, las frutas rojas y moradas y los cítricos.
El ácido alfa-lipoico también se postula como un carotenoides antioxidante. Se extrae de algunas verduras y frutas, y se conoce su capacidad de potenciar las funciones antioxidantes de las vitaminas C, E y del enzima glutation peroxidasa. Abunda en el tomate.
Vitamina C: la mejor forma de incorporar esta vitamina antioxidante es a través de frutas y verduras frescas y crudas tales como guayaba, kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresas, bayas, pimientos, tomate y verduras de la familia de la col.
Vitamina E (tocoferol):es abundante en el aceite de germen de trigo, el aceite de soja y girasol, el germen de cereales o los cereales de grano entero, los aceites de oliva, los vegetales de hoja verde y los frutos secos.
Beta-caroteno o «provitamina A»: el beta-caroteno pertenece a la familia de los carotenoides que contienen los vegetales. El organismo es capaz de transformarlo en vitamina A, de ahí su denominación «provitamina A». El beta-caroteno posee conjuntamente las propiedades de la vitamina A y su acción antioxidante. Más recientemente se ha reconocido su efecto beneficioso en procesos inflamatorios y los relacionados con el proceso de envejecimiento. Son alimentos ricos en beta-caroteno: verduras de color verde o de coloración rojo-anaranjado-amarillento (zanahoria, espinacas, calabaza, etc.), y ciertas frutas (albaricoques, cerezas, melón y melocotón).
Selenio: se vincula al funcionamiento de la glutation peroxidasa (enzima antioxidante propia de nuestro organismo). Lo encontramos en carnes, pescados, marisco, cereales, huevos, frutas y verduras.
Zinc: Favorece la formación de nuevas proteínas (renovación celular), interviene en el sistema inmune o de defensas y favorece el buen estado de piel y mucosas (tonicidad y elasticidad de la piel). Son buena fuente de zinc las carnes y vísceras, los pescados, los huevos y las legumbres.

ANTIOXIDANTES ENDÓGENOS
El organismo humano tiene sus propios mecanismos antioxidantes en forma de enzimas como la glutation peroxidasa, la catalasa y la superóxido dismutasa, así como de otras sustancias con esta misma cualidad antioxidante como la coenzima Q-10. Esta sustancia ayuda a las enzimas a realizar su función además de participar en numerosos procesos corporales. Existe una gran similitud entre las propiedades antioxidantes de la vitamina E y las de la coenzima Q-10. Ésta juega un papel muy importante en la generación de energía celular, es un potente estimulante inmunológico, mejora la circulación y es beneficiosa como protectora del sistema cardiovascular.
Un aspecto que merece la pena recordar es que los antioxidantes actúan en cadena; se complementan unos a otros en su misión de neutralizar a los radicales libres. Se necesita la actuación coordinada de varios antioxidantes para que su eficacia sea máxima. Por ello, si se quiere proporcionar una protección adecuada hay que planificar una dieta que contenga alimentos que proporcionen las cantidades adecuadas de los antioxidantes principales. Por otra parte si se quiere administrar un suplemento de antioxidantes, debe escogerse un complejo que integre al menos a dos o tres de ellos y siempre bajo la supervisión de un especialista.
¿CUÁNDO SABEMOS QUE UNA DIETA APORTA SUFICIENTE CANTIDAD DE ANTIOXIDANTES?
Cuando cumplimos con esa famosa frase de “Cinco al día”. Dos porciones de verduras y tres de frutas al día, nos garantizan todas las vitaminas y colorantes naturales necesarios para una buena salud. (Entre ellos, Vitamina A, C, E, Selenio, Zinc, pigmentos como las antocianinas del maíz morado o el licopeno del tomate).
Siempre es mejor preferir el alimento natural al suplemento. En caso se requiera de un aporte extra, se puede recurrir a éste último, pero siempre consulte a un nutricionista o médico antes de elegir tomar uno, ya que los suplementos y vitaminas son también medicamentos y tienen efectos adversos si se administran sin conocimiento.
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