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Disfrutan de una mayor resistencia física durante el parto.
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Son menos propensas a requerir intervención médica.
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Tienen una recuperación posparto más rápida.
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Al introducir el cuerpo en el agua, la columna vertebral, las articulaciones y los ligamentos se liberan del 90% del peso de nuestro cuerpo, por lo que disminuyen los dolores articulares y de espalda típicos del embarazo.
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Algunos estudios han demostrado que el ejercicio en agua reduce la tensión térmica, es decir, mantiene la temperatura corporal materna dentro de los niveles seguros para el feto.
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Además, desde el momento en que se entra al agua se comienzan a quemar calorías. La temperatura de las albercas de entrenamiento está entre 30 y 31 grados, mientras que la corporal oscila entre 36 y 37. Al entrar a este tipo de albercas, el cuerpo humano pone a funcionar un mecanismo regulador de temperatura, lo que hace que haya un consumo de calorías.
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Fortalecimiento de los músculos abdominales y de los muslos, lo cual es esencial en la segunda fase del parto (cuando el bebé pasa por el canal de parto).
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Aumento en la capacidad respiratoria, lo que permite oxigenar mejor al bebé.
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Control en el aumento excesivo de peso.
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Mejoría en la circulación sanguínea y reducción en la aparición de várices y hemorroides.
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Reducción en la tensión muscular debido a la temperatura templada del agua, la cual también produce un efecto relajante.
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Desarrollo de técnicas de respiración y relajación.
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Es una forma divertida de ejercitarse, pues generalmente las rutinas se realizan en grupo.
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Es un ejercicio de bajo impacto.
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Involucra un efecto de masaje.
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El agua es refrescante y su sonido relajante.
Fuente: Ingesport Noticias